Y es que se veía venir.
Lo raro es que haya tardado tanto.
Y que no haya sido un traumatismo cráneo encefálico, sino una pequeña
fractura de muñeca. Porque mi niño lleva
intentándolo desde que empezó a andar solito, recién cumplidos los 12
meses. Saltando, trepando por cualquier
sitio, haciendo piruetas imposibles y corriendo, siempre corriendo, andar es
aburrido. Si a los 17 meses se escapaba
de la cuna cual pequeño Conde de Montecristo, a los 18 intentaba trepar por la
librería o subía a los toboganes más altos, por supuesto por la rampa, no por
la escalera, y a los dos años se tiraba corriendo por cualquier cuesta. Mi teoría siempre ha sido que su objetivo era
lograr que su madre encaneciera por completo antes de los 40, y claro, viendo
que me queda menos de un mes, ha tenido que apresurarse y ha conseguido su
primera escayola, chispas.
Lo irónico del asunto es que esta vez no estaba haciendo el
salvaje. Y mira que ha hecho el burro
siempre, que vivo en un “ay” desde enero de 2009, y se rompe la muñeca jugando
al fútbol. De portero!! Y es que mi
pequeño gladiador es un todoterreno del fútbol, lo mismo defiende con todas sus
ganas (demasiadas a ratos, que un día de estos me lo expulsan de roja directa),
que corre la banda y chuta a puerta con la izquierda (es un zurdo de oro), que
defiende la portería con una furia y un desprecio por su integridad física que
no se ha visto desde Benji Price, que ya podía tener un hombro dislocado, la
rodilla rota y una conmoción cerebral, que seguía volando tras la pelota. Y así fue, un niño que abultaba el doble que
él chutó a su portería desde bastante cerca, y en su afán por detener el tiro,
mi niño se lanzó y lo paró, consiguiendo de paso una pequeña fractura en su
muñeca izquierda.
Al principio pensamos que era solo la contusión, ya que no
había hinchazón ni lesión visible, pero al día siguiente el niño seguía
quejándose. Visita a urgencias y
diagnóstico, con la inevitable escayola durante 20 días. Por supuesto, estuve un par de días
sintiéndome muy mala madre y flagelándome por no haberme dado cuenta al
instante de lo que pasaba. Sí, lo sé, no
tengo rayos X en los ojos, como me dijo mi amiga Helena, pero cuando pasan
estas cosas, una entra en modo “OH Dios Mío, soy una mala madreeeeee” y no
atiende a razones.
Una vez escayolado, tuvimos que acudir al día siguiente al
traumatólogo. Creo que la amable médico
que nos atendió tardará en olvidarnos: primero entro, sofocada por lo 36 grados
que había en Zaragoza a las 7 de la tarde y el nivel de posesión infernal del
que hacían gala mis hijos, segundo, conseguimos sentarnos y asoma la cabeza por
la puerta mi santa madre y abuela de las criaturas, que venía a ver a su
angelito, tercero, el niño se coge un cabreo del 15 porque no le quitan ya la
escayola que había llevado "un día entero, mami", sino que la tiene que llevar hasta
final de mes, y por último, como guinda del pastel, salimos de la consulta, y
mientras espero pacientemente a que la auxiliar en prácticas deje de pelearse
con el ordenador y pueda citarme para la próxima visita, mis hijos se pelean
por la botella de agua de forma que Marcos consigue tirársela por encima,
empapando camiseta, pantalón, suelo y escayola.
Maravilloso.
Tuvimos que volver a la consulta, interrumpiendo a la
paciente que está dentro, para preguntar a la doctora si, ejem, hay que cambiar
la escayola del niño porque, ejem, se acaba de tirar medio litro de agua
encima. Afortunadamente, la doctora era
encantadora y le dio por reírse mientras llamaba a la enfermera para que le
pusiera una nueva escayola al pequeño.
Mi cara debía de ser un poema, porque de camino a la sala de curas, la
enfermera me comentó que me quedara tranquila, que estaba en un hospital y tenían
cardiólogo de guardia. ¿Y alguna cama
libre en psiquiatría no tendréis? Le pregunté.
Pero se rió. ¿Pensó que era
broma? ¿Por qué?
En resumidas cuentas, que no ha pasado nada grave, el niño
está bien, pero enfadado con el mundo y frustrado porque solo puede hacer el
cafre con tres extremidades, y su madre pensando en darse a la fuga. La abuela dice que no ha pasado nada más
porque el ángel de la guarda de Marcos hace horas extras con él. Aunque lo que yo creo es que el pobre está a
punto de pedir el traslado. O una baja
por depresión.
De verdad q siento mucho lo de tu niño, pero. . no he parado de reirme imaginándome la situacion..
ResponderEliminarLo se, no deberia. . pero no puedo. .
Ahora en serio espero q se mejore y no le pique mucho
Me ha recordado al hijo de mi jefe, que por cierto, le llamamos chispas jajajajaja. Está pensando en sacarse un abono para el parking del hospital y teme la visita de asuntos sociales en su casa en cualquier momento, tanta visita a urgencias. Esperemos que sea la primera y la última en mucho tiempo!!!.
ResponderEliminarA ver si le quitan la escayola este viernes, porque está imposible!!! Yo ahora me acuerdo de la cara que puso la traumatóloga cuando volvimos a entrar con el niño cubierto de agua, y también me río, pero en ese momento me daban los siete males!!
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