lunes, 23 de junio de 2014

Mi primera fractura, chispas.




Y es que se veía venir.  Lo raro es que haya tardado tanto.  Y que no haya sido un traumatismo cráneo encefálico, sino una pequeña fractura de muñeca.  Porque mi niño lleva intentándolo desde que empezó a andar solito, recién cumplidos los 12 meses.  Saltando, trepando por cualquier sitio, haciendo piruetas imposibles y corriendo, siempre corriendo, andar es aburrido.  Si a los 17 meses se escapaba de la cuna cual pequeño Conde de Montecristo, a los 18 intentaba trepar por la librería o subía a los toboganes más altos, por supuesto por la rampa, no por la escalera, y a los dos años se tiraba corriendo por cualquier cuesta.  Mi teoría siempre ha sido que su objetivo era lograr que su madre encaneciera por completo antes de los 40, y claro, viendo que me queda menos de un mes, ha tenido que apresurarse y ha conseguido su primera escayola, chispas.

Lo irónico del asunto es que esta vez no estaba haciendo el salvaje.  Y mira que ha hecho el burro siempre, que vivo en un “ay” desde enero de 2009, y se rompe la muñeca jugando al fútbol.  De portero!! Y es que mi pequeño gladiador es un todoterreno del fútbol, lo mismo defiende con todas sus ganas (demasiadas a ratos, que un día de estos me lo expulsan de roja directa), que corre la banda y chuta a puerta con la izquierda (es un zurdo de oro), que defiende la portería con una furia y un desprecio por su integridad física que no se ha visto desde Benji Price, que ya podía tener un hombro dislocado, la rodilla rota y una conmoción cerebral, que seguía volando tras la pelota.  Y así fue, un niño que abultaba el doble que él chutó a su portería desde bastante cerca, y en su afán por detener el tiro, mi niño se lanzó y lo paró, consiguiendo de paso una pequeña fractura en su muñeca izquierda. 
Al principio pensamos que era solo la contusión, ya que no había hinchazón ni lesión visible, pero al día siguiente el niño seguía quejándose.  Visita a urgencias y diagnóstico, con la inevitable escayola durante 20 días.  Por supuesto, estuve un par de días sintiéndome muy mala madre y flagelándome por no haberme dado cuenta al instante de lo que pasaba.  Sí, lo sé, no tengo rayos X en los ojos, como me dijo mi amiga Helena, pero cuando pasan estas cosas, una entra en modo “OH Dios Mío, soy una mala madreeeeee” y no atiende a razones.

Una vez escayolado, tuvimos que acudir al día siguiente al traumatólogo.  Creo que la amable médico que nos atendió tardará en olvidarnos: primero entro, sofocada por lo 36 grados que había en Zaragoza a las 7 de la tarde y el nivel de posesión infernal del que hacían gala mis hijos, segundo, conseguimos sentarnos y asoma la cabeza por la puerta mi santa madre y abuela de las criaturas, que venía a ver a su angelito, tercero, el niño se coge un cabreo del 15 porque no le quitan ya la escayola que había llevado "un día entero, mami", sino que la tiene que llevar hasta final de mes, y por último, como guinda del pastel, salimos de la consulta, y mientras espero pacientemente a que la auxiliar en prácticas deje de pelearse con el ordenador y pueda citarme para la próxima visita, mis hijos se pelean por la botella de agua de forma que Marcos consigue tirársela por encima, empapando camiseta, pantalón, suelo y escayola. 
 
Maravilloso.  

Tuvimos que volver a la consulta, interrumpiendo a la paciente que está dentro, para preguntar a la doctora si, ejem, hay que cambiar la escayola del niño porque, ejem, se acaba de tirar medio litro de agua encima.  Afortunadamente, la doctora era encantadora y le dio por reírse mientras llamaba a la enfermera para que le pusiera una nueva escayola al pequeño.  Mi cara debía de ser un poema, porque de camino a la sala de curas, la enfermera me comentó que me quedara tranquila, que estaba en un hospital y tenían cardiólogo de guardia.  ¿Y alguna cama libre en psiquiatría no tendréis? Le pregunté.  Pero se rió.  ¿Pensó que era broma? ¿Por qué?

En resumidas cuentas, que no ha pasado nada grave, el niño está bien, pero enfadado con el mundo y frustrado porque solo puede hacer el cafre con tres extremidades, y su madre pensando en darse a la fuga.  La abuela dice que no ha pasado nada más porque el ángel de la guarda de Marcos hace horas extras con él.  Aunque lo que yo creo es que el pobre está a punto de pedir el traslado.  O una baja por depresión.

3 comentarios:

  1. De verdad q siento mucho lo de tu niño, pero. . no he parado de reirme imaginándome la situacion..
    Lo se, no deberia. . pero no puedo. .
    Ahora en serio espero q se mejore y no le pique mucho

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  2. Me ha recordado al hijo de mi jefe, que por cierto, le llamamos chispas jajajajaja. Está pensando en sacarse un abono para el parking del hospital y teme la visita de asuntos sociales en su casa en cualquier momento, tanta visita a urgencias. Esperemos que sea la primera y la última en mucho tiempo!!!.

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  3. A ver si le quitan la escayola este viernes, porque está imposible!!! Yo ahora me acuerdo de la cara que puso la traumatóloga cuando volvimos a entrar con el niño cubierto de agua, y también me río, pero en ese momento me daban los siete males!!

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