viernes, 18 de octubre de 2013

Confesiones de una mamá imperfecta


Hace unos días, leyendo un artículo en un blog que suelo seguir, su autora se quejaba, en tono humorístico, de algunas situaciones en las que sus dos hijos ponían a prueba sus nervios y su paciencia.  Desde mi punto de vista, un artículo divertido y que reflejaba situaciones con las que yo me sentía identificada.  La sorpresa llegó cuando, en los comentarios, dos madres, cada una por su lado, le daban (de forma bastante soberbia) lecciones e instrucciones sobre como educar a sus hijos y se “indignaban” y “avergonzaban” de las cosas “horribles” que escribía sobre sus propios niños.  Posteriormente, se ponían como ejemplo de maternidad equilibrada y correcta.  Esto me dejó bastante perpleja y, contra mi voluntad, me hizo sentirme mal como madre, porque claro, yo, como la autora del blog, está claro que tampoco daba la talla, al menos desde la perspectiva de estas “supermadres”. 

Todo hubiera quedado aquí de no ser porque, ese mismo día, esperando el bus, escuché una conversación entre dos chicas, una con hijos y otra no, en la que la primera pontificaba sobre educación en términos muy similares a las otras dos madres indignadas.  Así que me pasé todo el trayecto del bus dándole vueltas al asunto (cosa que tiene su mérito porque a las tres y media de la tarde, después de una jornada de trabajo, sin comer y de camino a un curso de cuatro horas, una no tenía las neuronas para muchas jotas).  Y llegué a la conclusión de que, la autora de este blog y yo, no podíamos ser las únicas madres imperfectas del planeta.  Ni las únicas que se sintieran mal cuando tropezaban con una de estas “supermadres” con hijos perfectos que nunca se manchan, ni gritan, ni corren en público, ni comen con las manos.  De modo que, como dicen que el mal de muchos siempre consuela, he decidido confesar mis deficiencias, con la esperanza de que sirvan de alivio a otras madres con defectos que puedan campar por ahí.  Allá va:

-Confieso que durante el primer mes de vida de mis hijos no estuve envuelta en una nube rosada de felicidad, sino que, cuando no estaba dando biberones, cambiando pañales o mal durmiendo, estaba llorando de puro agotamiento e inseguridad. Y hay días que todavía lo hago.

-Confieso que no di pecho a mis hijos (no fue posible por razones que no vienen al caso), y por eso no me siento peor madre, ni pienso que tenga menos vínculo afectivo con ellos.  Es más, en el colmo de la osadía, pienso que cada madre debe elegir sin presiones si quiere amamantar a sus hijos o no, sin que nadie la juzgue si decide dar biberón o amamantar hasta los cuatro años.

-Confieso que mis hijos se han tirado al suelo de cualquier sitio público en plena rabieta desaforada, muchas veces al unísono, y la mitad de las veces no he conseguido calmarlos y me los he tenido que llevar metidos a la fuerza en la sillita, o uno debajo de cada brazo, sin que por eso dejaran de chillar y patalear.

-Confieso que mis hijos vuelven de barro y tierra hasta las cejas cuando vamos al parque.  Y me da igual.

-Confieso que mis hijos pintan en paredes y muebles, y no he conseguido evitarlo.

-Confieso que mis niños se manchan en los restaurantes y meten la mano en el plato, por mucho que yo les repita que no lo hagan.  A veces lo consigo, a veces no.

-Confieso que hay veces en las que vendería mi alma al diablo por una hora sola y en silencio.

-Confieso que a veces les compro una bolsa de gusanitos a mis hijos solo para que se entretengan un rato y me dejen leer media página de la Cuore en paz.

-Confieso que, por mucho que intente no hacerlo, a veces saco el legionario que llevo dentro y les grito.  Aunque cada vez menos.

-Confieso que uso sin rubor todas aquellas frases de madre que juré no usar.   Sí, incluidas, “¿pero es que os creéis que soy el Banco de España?” y “Porque lo digo yo que soy tu madre”.

-Confieso que en los cumpleaños de la clase que celebramos en un parque de bolas me siento y me tomo una coca cola, dejando que a los niños los vigilen de cerca las monitoras, y solo me asomo de tanto en tanto.

-Confieso que a veces deseo que me operen de apendicitis, solo para estar unos días tumbada en una cama sin tener que hacer nada.

-Confieso que me entran deseos asesinos cuando otro niño es cruel con mis hijos.

-Confieso que abofetearía a cada supermadre con la que me cruzo que me mira por encima del hombro porque no soy lo bastante buena, ya que ella “es de otra manera”.

-Confieso que hay días en los que pienso que si mi niño no deja de hablar sin parar y a gritos, me reventará la cabeza.

-Confieso que, a veces, cuando mi hija se despierta a las 7 de la mañana un sábado y me llama porque quiere levantarse, me hago la sorda para arañar unos minutos más.

-Confieso que algunos lunes, cuando llego al trabajo, pienso: “uf, ahora ya puedo descansar”.

Y por último, confieso que volvería a vivir todos y cada uno de los minutos con ellos, a pesar de que probablemente cometería los mismos errores cada vez.  Y es que solo soy una persona corriente.  Una mamá imperfecta.

EVA

13 comentarios:

  1. Me siento totalmente identificada con tu artículo. Antes de tener a mis peques leí mucho sobre cómo educar a los niños y cómo ser "una buena madre", pero es la propia experiencia la que te dicta cómo hacerlo con tus hijos. Somos humanas y a veces no lo hacemos todo lo bien que queremos o sabemos, sino todo lo bien que podemos simplemente. Yo confieso (además de varias de las cosas que has dicho), que cuando voy al parque con ellos voy a uno con pocos niños para no sentirme juzgada por otras madres cuando decido sentarme en un banco a "relajarme" y los vigilo en la distancia en lugar de ir detrás de ellos todo el rato.

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    1. Es que la teoría dista mucho de la práctica. Yo, y la mayoría, lo hago todo lo mejor que puedo, pero a veces me sale bien, y otras mal...Somos personas, además de mamás...

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  2. Genial, espectacular .......................... me ha encantado leerte esta vez, suscribo punto por punto todo lo que has dicho ... esas pobres que se creen "supermamas" no se dan cuenta que no están disfrutando de sus hijos floreros ... si es que realmente es así, cosa que no me creo del todo, había que verlas en faena a ver si no se despeinan o si no han deseado darle al boton de off del niño.
    Un besoooooooooooo ... mama imperfecta ... yo tb lo soy ... y muy orgullosa de serlo

    Verónica

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    1. Ya te digo...con una de las super rabietas en bucle de Marcos, me gustaría ver a alguna XD

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  3. Pues confieso lo mismo que tu jajajaajaj, hasta lo del biberón, me has encantado chica y te voy a compartir jajajaaj.

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    1. Mala madreeeeeeee, jajajajajajajajajajaaaaaaaaaaaa....

      Gracias guapa :*

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  4. Yo tmb lo compartiré, y no solo porque yo me he sentido identificada, si no porque creo que es sano para los niños que las mamás no seamos perfectas. Los niños necesitan ensuciarse, jugar, gritar...hombre, no sin control por supuesto, pero creo q un niño q no haga esas cosas es porque no le dejan ser eso, un niño.
    Un beso Eva, me encanta como escribes!!

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  5. Gracias Laura :) Esa es la idea, no se trata de no educarlos o dejarlos sin control, a mí no me gustan nada esos niños asilvestrados a los que dejan campar a sus anchas sin ponerles límites. Se trata de que son niños, no muñecos, y nosotras somos madres, no Barbies.

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  6. Muy bueno, como siempre. Además, hay una cosa que hace tiempo que pienso y es que, a veces, leer todos esos libros sobre educación para los niños y todo eso está bien, no digo que no, pero el mensaje que te transmiten en el fondo es que tienes que ser perfecta. Y es un agobio. Porque no lo somos y, como bien dices, también nos sale de vez en cuando al gorila de dentro y les gritas y te entran ganas de dar un portazo y que ahí se queden... Los niños te llevan muy al límite y cosas que pensabas que nunca te pasarían, va y te pasan. Porque son humanos ("los niños también son personas", je,je!!!). En fin...

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    1. El problema es que no creo que haya mucha gente capaz de portarse TODO EL TIEMPO como enseñan estos libros, y nos llenan de presión.

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  7. Jajajajaja me encanta. Tan natural como la vida. Esas super madres posiblemente no tengan trabajo, no sistema nervioso y lo mas seguro es wue no sean tan super madres todo es una pantomima.
    Te invito a visitar mi blog... tambien como mama escribo articulos de este tipo cuando me calientan la moral

    Www.minivalijo.wordpress.com

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  8. Desde luego lo que si tienen en muchas ganas de tocas las narices :P le echo un vistazo a tu blog :)

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  9. Confieso q con mellizos he puesto en duda mi calidad de madre y si en realidad merezco serlo y la maternidad era lo que es y no esperaba...confieso q lo pienso por q me estoy volviendo loca de no dormir, no poder tener aveces solo 10 minutos de calma no poder semtarme a comer o no poder tener 4 brazos para atenderlos cuando lloran

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