viernes, 17 de mayo de 2013

Los "terribles" dos años



Cuando mis niños eran bebés, oía (y leía) con frecuencia la expresión “los terribles dos años”, y pensaba que no era para tanto, que nada podría ser más agotador ni más estresante que los tres primeros meses de vida de mis hijos.   Por supuesto, me equivocaba…

Mis hijos empezaron a tener rabietas unos meses antes de los dos añitos.  Empezó primero Marcos y un par de meses después, María.  Y también en esto han sido diferentes y hemos tenido que manejarlo de diferente manera.  Ambos montaban la escenografía clásica de la rabieta infantil: gritos, lagrimones, pataleo y croquetismo por el suelo (es decir, rodar de un lado a otro sobre sí mismos). 
Cuando te encuentras con un niño en este estado, al principio no sabes ni como manejarlo, intentas levantarlo del suelo, ponerlo en pie e intentar razonar con él para calmarlo.  Por supuesto, normalmente nada de esto funciona y acabas estresada y sudando, ya que hay que ver que fuerza puede llegar a tener un niño de dos años en plena rabieta, que ríete tú de la poción mágica de los irreductibles galos de Astérix….Si encima hablamos de dos niños enrabietados a la vez, te puede llevar al borde del ataque de nervios (ahí hubiera querido ver yo a Almodóvar).

Si el numerito te lo montan en casa lo manejas como puedes, piensas que los vecinos van a avisar a la policía y te dan ganas de sentarte en el suelo a llorar, pero lo manejas.
Si el numerito se escenografía en la calle, parque, supermercado, restaurante, cualquier sitio con gente, es el horror a la enésima potencia.  Además de con tu nerviosismo tienes que lidiar con “el público”, público que suele estar compuesto, en general, por tres grandes grupos de personas:

-Personas sin hijos y sin repajolera idea de lo que es tenerlos que te miran con enfado porque el niño molesta con sus gritos y tú eres una inútil que no sabe dominarlo (aquí puede haber una subespecie que además da consejos, corriendo gran riesgo de ser exterminado por una madre enloquecida).

-Personas mayores bienintencionadas que hablan con el niño e intentan convencerles de que lo que hacen está muy mal mientras tú intentas que tu hijo no les de una patada en la boca.

-Personas con hijos mayores que los tuyos pero aún suficientemente pequeños para recordar como es vivir esa situación y que te miran con compasión y/o comprensión.

Si además, estás sola con tus hijos mientras calmas a uno de ellos, el otro suele aprovechar para corretear libremente o bien, si también está en modo posesión infernal, para revolcarse por el suelo todo lo que quiere.  Y tú, cuando consigues volver a casa, desgreñada, sudada, agotada y enfadada, juras por todo lo más sagrado que nos los vuelves a sacar de casa hasta que cumplan los 18.

Hasta aquí, a grandes rasgos, lo que suele suponer el tener niños en edad “rabieteril”.  A partir de esto, hay que aprender a lidiar con estas situaciones, cada uno como mejor le vaya, yo os cuento como lo afronto yo, después de mucho equivocarme y caer (todavía  hoy).

Cuando eran muy pequeños, normalmente funcionaba lo de abrazarlos hasta que dejaban de pelear y llorar, pero conforme fueron creciendo, vimos que sus diferentes caracteres también se manifestaban en esto.  Con María siempre ha funcionado mejor la disciplina “clásica”, en el estilo de Supernanny: si se enrabietaba, la sacaba de la habitación y la dejaba fuera hasta que se calmaba, si no estábamos en casa, la sentaba en una silla y me negaba a hablar con ella hasta que me hablaba con normalidad. 
Con Marcos esto jamás funcionó, si lo ignoraba, la rabieta subía de intensidad, entraba en bucle hasta un punto que asustaba y no había forma de razonar.   A él hay que abrazarlo, mirarle a la cara y hablarle tranquilo hasta que se calma.  Por supuesto, esto es muy fácil de decir y muy difícil de aplicar, ya que cuando estás cansada y nerviosa la paciencia falla. 

Ahora que ya tienen 5 años, siguen más o menos en esa línea: con María funciona mejor no hacerle caso y dejarla que se calme sola, marcarle una línea firme de la que no puede pasar, y con Marcos funciona el refuerzo positivo, el obtener recompensa por cada comportamiento correcto que tiene, y cuando inicia el enfado, abrazarlo, mirarlo a los ojos y decirle tranquilamente que se calme. 

Sigue sin ser fácil, y no siempre consigo cumplir mis propias normas, pero lo intento, y poco a poco mejoro yo también con ellos.


EVA

8 comentarios:

  1. Me he reído mucho con tu forma de describir a la perfección una situación caos de rabietas dobles, pero en el momento que las sufres lo que menos se te pasa por la cabeza es reirte. Mis gemelos tienen 13 meses y ya empiezan a protestar cuando los montamos en el carrito y ellos quieren seguir libres y a sus anchas. Me imagino que lo que me espera a partir de ahora son muchas de esas situaciones que describes tan bien, asi que ya estoy tragando saliva y respirando hondo.
    Desde luego, la presión del público alrededor incrementa el grado de nerviosismo y astucia para controlar la situación, por eso yo en ese tipo de situaciones intento abstraerme de comentarios y miradas y concentrarme en resolver el asunto como pueda para salir pitando. En mi caso, se suelen calmar al seguir con el paseo, se distraen con el movimiento y asi pasamos el momento crisis-llantos-chillidos chirriantes y todo x 2.
    En fin, ha sido muy útil leer tu comentario para saber sobrellevar situaciones venideras y enhorabuena por reaccionar según las necesidades de cada uno de tus niños, eres una madre todoterreno!

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    1. Gracias, Rocío :) son situaciones muy difíciles de manejar, pero siempre consuela ver que no eres la única :) Y si además algo de lo que digo te puede servir, más que genial!!

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  2. jajjaja ... lo que me he reido leyendolo ... y lo que he recordado de los momentos rabietas en la calle, con los tipos de gente ... jajajaja ... es totalmente cierto ... lo bueno es que siempre hay alguna madre cerca y que con su mirada de solidaridad, de decir: hija, que pena me das, como me acuerdo de sufrirlo ... parece que se lleva mejor y que te olvidas del que te hace la critica.

    Verónica

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  3. Recuerdo una rabieta antológica: en el parque, con unas amigas, cada una con un único niño Tendrían poco más de dos años, y los bajé del carrito para que jugaran y corretearan. El drama llegó cuando los quise sentar para irnos...buf...se pusieron tiesos como palos, gritos, lloros, patadas...Mientras intentaba sentar a María, Marcos salía corriendo. Me puse tan, tan nerviosa, que acabé dándole a María un cachete y atándola en el carrito poco menos que a la fuerza, para salir a por Marcos y sentarlo a la brava también. Fueron todo el trayecto hasta casa berreando a pleno pulmón, con todas las abuelas del barrio comentando: "mira, pobrecicos, que disgusto llevan". Y yo conteniéndome para no estrangularlas a todas...uf...han pasado 3 años y me acuerdo perfectamente...

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  4. jajajajjaja me he reido leyendolo porque me siento completamente identificada con lo que escribes, además los mios estan en plenos dos años y dos niñoooooossss,imáginaros, casi que estoy haciendo una úlcera de estómago aprendiendo a intentar controlar esas rabietas.

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    1. Suerte y ánimo...conforme pasa el tiempo, las rabietas se van mitigando y aprendes a llevarlas, pero es una etapa muuuuuy dura.

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  5. Los nuestros tienen un poco mas de 1 año y seguimos en la etapa insomne, ni pensar en la que se viene con la de las rabietas!!!

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    1. Con un poco de suerte, en la de las rabietas dormirán...jajaja

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