viernes, 19 de septiembre de 2014

SE LO QUE HICISTEIS EL ÚLTIMO VERANO



Este verano he aprendido un montón de cosas.  A hacer un bolsito con fieltro, bizcochos sin gluten, varias canciones infantiles, como hacer trenzas de espiga y a dar una noticia a mis hijos que nunca hubiera querido. Aunque el resumen es que esto de ser madre es muy cansado.  Sí, sí, si yo estoy segura de que ser minero, obrero de la construcción o herrero lo es mucho más, pero claro, como una es multimadre trabajadora pues habla de lo que conoce.

Este verano ha sido agotador, o me lo ha parecido.  Quizás es que mis niños ya tienen 6 años y quieren descubrir el mundo ellos solitos.  O quizás es que yo he cumplido 40 y ya no soy lo que era, que, no nos vayamos a engañar, tampoco fui nunca un prodigio de amor al deporte y resistencia física.  O quizás es que este verano ha sido raro y este vaivén de presiones atmosféricas me ha dejado medio lela.  O probablemente, un poco de todo.

Este verano ha sido muy difícil ser un junco y mira que lo he intentado con todas mis fuerzas, y conseguido muchas veces, pero también en ocasiones ha aparecido mi legionario interior, pateando al junco y soltando un berrido digno de Hulk con acidez de estómago.  Y es que mis niños han estado revoltosos, contestones, desobedientes, hiperactivos y sobre todo, han discutido entre ellos en 3 meses todo lo que no han discutido en 6 años, sin que sus sufridos y perplejos progenitores hayamos conseguido evitarlo.  Y es que cuando se juntan un pequeño gladiador competitivo y una reina del drama sedienta de atención, saltan chispas.  Vamos, que solo me queda acercarme a la parroquia y pedirle a don Carlos un par de barriles de agua bendita para ducharlos con ella unos diítas, a ver que pasa…Pero bueno, eso me da para otro artículo, y pienso quejarme y patalear en detalle.

Los principales puntos de estrés durante estos meses han sido:

-La abuela, sin cuya estimable ayuda y colaboración no podríamos apañarnos con los niños en verano, ya que es quién los recoge de la ludoteca, les da de comer, y los cuida hasta que yo llego del trabajo a las 3.30.  Pero todo tiene un precio en esta vida, y es que tu madre se retrotraiga a cuando tenías 8 años y se pegue a ti de tal manera que solo le falte sonarte los mocos.  Y cuando una tiene un genio como el mío, eso se lleva muy mal…como decimos en mañolandia: “vamos, pa’ mi genio”

-La piscina, que este año ha sido fuente de mis pocos momentos de relax y de mis mayores momentos de estrés.  De relax, porque ya son más autónomos, se van a jugar solitos a los columpios y van al baño sin compañía.  Y de muuuuucho estrés porque, por un lado tenemos a una sirenita que solo quiere bucear a su bola y jugar con sus amigas, preferiblemente bien lejos de su santa madre y de su vista, a ver si hay suerte y me provoca un ictus del estrés.  Por otro lado, un niño sin miedo que pretende, recién salido de su curso anual de natación, batir el record mundial de buceo a pulmón, claro que sí:  “Mami, ya verás como me cruzo la piscina buceando”.  La piscina es olímpica.  Tiene 25 metros de ancho.  El niño acaba de aprender a nadar y tiene 6 años.  Pero, oye, que parece que estos argumentos no terminaban de convencerle, y mira que hasta recurrí a todo tipo de frases de madre: “no lo vas a hacer y punto”,  “porque lo digo yo” “Marcos! Vuelve aquí! Mira          que como tenga que ir a buscarte….”, incluso al chantaje emocional: “Marcos, no ves que mamá es viejica y no puede pegarse una hora buceando detrás de ti, que se cansa mucho?”.  Pero nada, todo el verano, excepto durante las vacaciones del abnegado padre, fui una madre con dos cabezas rotatorias intentando no perder de vista a sus cachorros en las procelosas aguas de la piscina, a la par que intentaba no quedarse sin aire ni sin alguna parte del bikini.

-Las peleas entre mis criaturas, que ya he dicho que dan para un próximo artículo del que no os vais a librar, pero únicamente os digo que han sido tantas y de tal calibre que la idea de suplicar que me extirparan algún órgano no imprescindible para vivir (no sé, el apéndice, el bazo, un trozo de hígado) y pegarme unos días SOLA en una cama de hospital, empezaba a parecer realmente buena.

En resumen, que ha sido un verano muy intenso y ha dado para mucho, pero como no quiero aburrir en estos días de vuelta al cole, ya os lo iré contado.  ¡He vuelto!



6 comentarios:

  1. Echaba de menos tus posts jajaja, pues hija plenamente identificada! Gabriel va a cumplir siete y está en plan adolescente conteston, yo tuve suplicio tb de deberes vacacionales, cuanto chantaje de por medio.

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  2. El tuyo también? bueno...dicen que "mal de muchos, consuelo de madres estresadas" :P A ver si ahora con la vuelta a la rutina se centran un poco...

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  3. Ya pasó, chicas, ya pasó. Vuelta a la rutina :P

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  4. Excelente como siempre!!! Y también como siempre me siento normal.. O seremos muchas madres al borde de un ataque de nervios? Un gran abrazo! :)

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  5. Jajajaja, Maru, yo creo que somos legión!!! Aunque hay muchas que se lo callan :P

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  6. Me ha encantado leer tu artículo, divertido, fresco y con ese toque de gracia que hace que leerlo sea agradable y que no quieras que llegue el final, voy a rebuscar a ver si veo más de este tipo en tu web porque me lo he pasado pipa!!

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