8 de enero de 2014. Mis hijos cumplen 6 años. Ese es mi primer pensamiento al
despertarme. Y me tengo que quedar unos
minutos en la cama, asimilándolo. MIS
HIJOS CUMPLEN 6 AÑOS. ¿Pero cuando ha
pasado esto? Si hace nada estaba embarazada.
Si hace nada los traje a casa desde el hospital. Si hace nada empezaban a caminar. Si hace nada fue su primer día de cole.
¿Conocéis la sensación, verdad?
Es la de que el tiempo se te escurre entre los dedos, como te decían tus padres
y abuelos cuando eras una “sinhijos”, y te parecía que exageraban. Y es porque esa sensación solo se conoce en
toda su profundidad cuando tienes hijos.
Es un hecho.
Siempre que puedo, si el
cumpleaños de mis niños cae en día laboral me guardo un día de vacaciones para
ese día, los llevo al cole y vuelvo a casa a preparar sus tartas de
cumpleaños. Intento hacerles a cada uno
una tarta especial, ya que tienen que compartir cumpleaños, al menos que
sientan que son dos cumpleaños a la vez y no uno a medias. Los recojo del cole y tenemos una pequeña
fiesta en casa, con la familia más cercana, y el fin de semana lo celebramos
con los amigos.
Este año, mientras preparaba sus
tartas, tuve que sentarme un rato y respirar,
porque de repente me cayó encima todo el peso de esos 6 años, y de los
que vendrían. Y todas las dudas que
vienen con ellos: ¿lo estoy haciendo bien? ¿los educo correctamente? ¿son
felices? ¿sabré manejarlos cuando lleguen a la adolescencia? ¿sabré guiarlos
para que sean buenas personas y se respeten a sí mismos y a los demás? Después de un rato hiperventilando y queriendo
hacerme bicho bola en un rincón y darme rítmicos cabezazos contra la pared, mi
mente se fue por otros derroteros más agradables, me di un paseo por esos
primeros días de hace seis años y me quedé con los momentos más vívidos:
-La primera vez que los sentí:
estaba de 16 semanas, sentada en una silla de ruedas en la Clínica Quirón, esperando que
me atendieran de un desgarro muscular en la cara interna del muslo, con un
dolor tremendo, y noté un pequeño escalofrío, un pececito nadando a través de
mi vientre, “Hola mamá, estamos aquí, no
llores”
-La primera vez que los oí: en el
quirófano, ya que nacieron por cesárea, primero María, gritando al mundo su
indignación a pleno pulmón, después Marcos, quejándose suavemente porque lo
sacaban de su cálido refugio.
-La primera vez que los vi: dos
bultitos pequeños y fajados, con unas preciosas y minúsculas caritas rojas, con
un gorrito blanco cada uno.
-La primera vez que los toqué:
primero a Marcos, al día siguiente de nacer, cuando me dejaron por fin ir a
verlos. Apenas le rocé la carita con los
labios, maravillada de su suavidad, y aterrada de la fragilidad de ese
cuerpecito perfecto de casi casi 2 kilillos.
Unos días después, cuando la sacaron de la incubadora, a María, mi niña valiente que ya me miraba a la cara
con unos ojos como platos, tan pequeñita.
También fue la primera vez que los olí, ese olor dulce a bebé que no se
parece a nada más y que haría rico a cualquiera que pudiera reproducirlo y embotellarlo.
-La primera noche en casa: tan triste, porque María se quedaba en el
hospital y nos rompía el corazón ver su cunita vacía.
-El primer baño de verdad: con
hamaquita, en la bañera, totalmente asustada por no saber sostenerlos bien, con
Marcos mirando el agua con determinación, mi pequeño gladiador dispuesto a
lidiar con lo que fuera. María,
retorciéndose como una culebrita, y berreando indignada porque no le gustaba
nada el baño.
-La primera MIRADA: esa mirada en
la que, de verdad, de verdad, sientes que te ven, y te reconocen. La de María fue en el baño, apoyada en la
hamaquita, volvió la carita hacia mí, me miró con esos ojazos, sonrió y me
dedicó un montón de gorjeos. Marcos,
sentada en la cama con él en brazos, por la noche, tras un biberón. Me miró y alargó una manita a mi cara, y me
tocó despacito. PURA MAGIA.
Y tantas y tantas cosas, y no
puedo creer que ya haya pasado tanto tiempo, y no puedo creer que solo haga
seis años que están con nosotros, cuando ya no “recuerdo” la vida sin
ellos. Mis pequeños y preciosos milagritos.
EVA
Hay creo que no publiqué bien antes. El caso, que felicidades a tu niños, que sí, que el tiempo vuela cuando tienes hijos. Que me has emocionado mucho con tu entrada recordando mis primeras veces jajaajaj, y que Ángela me cumple cuatro años este mes también y me han pasado eso, en un suspiro (Gabriel cumplió los seis en septiembre y encima empezaba primero, la verdad a mi tb me traumatizó).
ResponderEliminarEs que, ya se que es un tópico, pero con lo largos que se me han hecho muchas veces los días, y que cortos los años...uf
ResponderEliminarY aqui me tienes llorando como una perra. Parece q fue ayer cuando me contabas entre susurros q venian de camino dos sobrinitos. Y mira... Felicidades. Por estos 6 años y por el buen trabajo que estas haciendo.
ResponderEliminarEntre susurros y acojonada...uf...ahora la que llora soy yo ;)
EliminarBonito relato. Yo intento apurar cada segundo que estoy con él y a pesar de ello nunca me parece suficiente. Se me está haciendo hombrecito y lo peor es que estoy siendo consciente y no puedo ponerlo en pause.
ResponderEliminarFelicidades por esos dos pequeñuelos tan guapos y ten por seguro que tienen la mejor mamá que podrían tener. La suya.
Maier