viernes, 28 de junio de 2013

OPERACIÓN PAÑAL: ¿ORINAL O ADAPTADOR?




Como ya os conté, la operación pañal de mis múltiples fue, o así lo recuerdo yo, una pesadilla, con cacas perdidas, lloros, estrés y mucha ropita interior de Disney echada a perder.  Pues bien, después de ese repaso general que hice, hoy me voy a centrar en algo: el orinal, ese objeto de amor/odio.

Cuando me preparaba para la operación de mis niños, yo, que soy mucho de preparar, planificar y hacer listas (deformación profesional o leve caso de trastorno obsesivo compulsivo, según a quién le preguntes), me dispuse a organizar todo el tema como si de una operación militar se tratara, y claro en mi lista había una estrella: el orinal.  Lo primero que decidí fue que tenían que ser dos, por supuesto, de diferentes colores y a ser posible personalizados, pero nada de ningún engendro de esos con música, pedales y gaitas, que son tan modernos que si te descuidas barren la casa o te hacen café, no, uno normalito, práctico y resistente.  Así que ahí que me fui al hiper de al lado de mi casa y volví con un orinal verde manzana y otro violeta, porque una es madre moderna y todas esas cosas y no va a caer en la dicotomía del rosa y el azul, faltaría más.  Bueno, y también es que no había más colores de orinal que verde o morado, para que vamos a mentir.



Así que llegué a casa toda contenta con los dos trastos, se los enseñé a mis niños, les expliqué que eran niños mayores y que a partir de ahora iban a hacer pipí ahí, nada de pañal, que eso es de pequeñajos, y que lo íbamos a decorar juntos con unas pegatinas de Mickey  y Minnie (son super fans, maldita serie de La Casa de Mickey Mouse).  Se entusiasmaron  con la idea y estuvieron super de acuerdo, así que pasamos un rato la mar de entretenido pegando las etiquetas en el orinal, además de despegando etiquetas de la cara de mi hijo y de cualquier otra superficie susceptible de ser decorada, que a mi niña le va mucho el arte y lo de circunscribirse solo al orinal, parece ser que coartaba su creatividad y originalidad, como me dejo claro a base de berridos, pucheros y lagrimones, actuando como la drama queen que es.

Llegó el día de la retirada del pañal, y ahí que fuimos, siguiendo escrupulosamente las instrucciones de las profes de la guardería, y los fuimos a sentar al orinal, operación que iba a ser sencillísima porque tenían dos orinales personalizados y decorados por ellos mismos, de los que eran fans absolutos.  Pues no. Nada. Nothing. Ni de coña.  Se ponían los dos tiesos como tablas (seguro que sabéis como os digo) y no había forma.  Ni sobornos, ni expresiones severas, ni chantaje emocional del tipo “yo pensaba que erais niños mayores y no bebés”.  Y así todas las veces que lo intentamos. Hasta que mi niña, en su lengua de trapo nos explicó claramente, que si mamá no hacía pipí en un orinal (como ella había visto mil veces, porque ya sabéis todas que el verdadero significado de la maternidad es “nunca más mearás sola”) a ver por qué ellos tenían que hacerlo, que también tenían sus derechos y esto era un caso flagrante de discriminación urinaria (más o menos).  El orinal molaba para jugar y ponerle pegatinas chulas, pero de ahí a que ella pusiera su culillo regordete  encima, había un mundo.  Así que al día siguiente, un poco mosca, me tuve que ir otra vez al hiper y comprar dos adaptadores de inodoro, esta vez azul y morado, otros dos paquetes de pegatinas  y volver con ellos a casa, para que mis hijos los recibieran alborozados y volvieran a decorarlos con entusiasmo, mientras yo pensaba que me tomaban el pelo.



Pero no, resulta que el adaptador era lo más, lo mejor, lo más cómodo y mejor del mundo, y ellos estaban encantados.  Eso no quiere decir que hicieran pis dónde debían, no, la metodología esos primeros días era que yo los sentaba tan ricamente en el inodoro con un cuento, un juguete o lo que fuera, se pegaban 10 minutos ahí, y cuando yo los levantaba, convencida de que no iban a hacer nada, se hacían pis en el suelo del cuarto de baño.  Vamos, el que estuvo más cerca de hacerlo a través del adaptador fue Marcos, pero en el último momento se cogió la colita, se empezó a levantar y se hizo pis en mis piernas.  Encantador.

Pero poco a poco fueron cogiendo la rutina y a hacer pipí como niños mayores sentaditos en el inodoro, con gran algarabía y jolgorio cada vez que acertaban, más que nada porque Marcos descubrió que podía dirigir el chorrito, y se mascaba la tragedia.  Eso sí, con cada pipí acertado, tenían un lacasito de premio, y posteriormente pasamos a pegatinas.  Lo mejor fue el día que cogieron una caja de tiritas para niños, con dibujitos, y en un pispas decoraron con ellas toda la taza, para que estuviera igual de bonito que los adaptadores.  Ya he comentado lo del sentido artístico de mi nena, ¿no?  Pero bueno, a esas alturas ya, como si me decoraban a mí con tiritas, mientras no se mearan encima.

Así que con el orinal, como con casi todo relativo a los niños, hay que probar e intentar acertar con lo que le va mejor a cada uno, en vez de empeñarse y empeñarse.  Como dice la mamá de un amiguito de mis niños, hay batallas que no merece la pena librar.


EVA 


3 comentarios:

  1. jaajajj como siempre me siento la mar de identificada, ahora nos reímos eh, pero en su momento "pa vivirlo". Yo con él pequé de primeriza con el orinal y nada muertito de risa que se quedó, hacía lo que tu comentas, que nada de nada, no lo quería ni en pintura y se ponía tieso como un maniquí. Con el adaptador no te pienses que mucho mejor pero al menos lo podía sentar y la única manera de que se bajase era tirarse de cabeza y a base de entrenerlo con burbujas o libros pues lo que tu dices, fue pillando el hábito... Con ella fui directamente con el adaptador sin complicarme la vida...

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  2. Si es que, la de novatadas que cometemos!! ahora me acuerdo y me parto, pero en el momento....uuuuuffff

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  3. Nosotros, como bien sabes, estamos en plena faena!! Y, por dar una visión diferente, os diré que mis hijos prefieren el orinal... De hecho, hasta lo ponemos a veces en el salón para ver si por aburrimiento, acaban haciendo algo jajaja
    Eso sí, nada de orinales super sofisticados... del IKEA, los dos del mismo color pero adornados con pegatinas de animales y con su nombre...

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