viernes, 7 de junio de 2013

Conciliar trabajo y vacaciones de verano



Por fin llega el veranito, con su sol, sus días de playa, las piscinas, las vacaciones…sí, las vacaciones para todos, niños y mayores, y si perteneces a una de esas, en los tiempos que corren, afortunadas familias en las que ambos progenitores tienen trabajo, lo que llegan también son los quebraderos de cabeza para poder conciliar trabajo y niños.

Si los niños son pequeñitos, de menos de 3 años, no suele haber demasiado problema ya que todas las guarderías (al menos las privadas) abren en julio, y algunas en agosto.  Pero si los niños están en edad escolar, en torno al 20 de junio te los encuentras sin cole y con mucha energía que gastar. 

En mi caso, tenemos la suerte de que mi horario laboral termina a las 3 de la tarde, con lo cual a partir de esa hora todo mi tiempo es para mis hijos, lo que en invierno no supone ningún problema ya que comen en el cole y salen a las 5, con lo que a mí me da tiempo a llegar a casa, comer algo e ir puntual a recogerlos.   En verano, es otro cantar, claro.  Así que, ¿cómo lo hacemos? Nosotros parece que hemos encontrado una solución, o un conjunto de soluciones, que nos funcionan y puede que os sirvan a vosotros también.

El verano pasado, que fue el primero en el que nos encontramos en esta situación estuvimos dando vueltas y barajando posibilidades para que los niños pudieran estar entretenidos y bien atendidos.  Teníamos varias opciones, abuela, cole de verano, ludoteca o canguro.

La “opción abuela”, en nuestro caso, la consideramos únicamente como un apoyo a tiempo parcial, ya que no queríamos cargar a mi sufrida progenitora con el cuidado de dos niños muy activos desde las 9 de la mañana hasta las 15.30 de la tarde, los pobres abuelos también merecen vacaciones, y si es posible, hay que dárselas.

La siguiente opción, el “cole de verano” consistía en unas colonias que organizaban la mayor parte de los colegios.  En el nuestro se realizaban en horario de 9 a 13.30 y los niños debían ir equipados con toalla, crema solar, chanclas, bañador y libro de actividades.  Una vez allí, los niños dedicaban una parte de la mañana a hacer actividades del libro de vacaciones y manualidades divertidas, y otra parte a jugar y bañarse en una gran piscina hinchable que montaban en el patio.  Nos gustó el planteamiento, ya que se divertían y a la vez refrescaban un poquito lo aprendido en el curso, pero sin que los niños tuvieran la sensación de no tener vacaciones.  En este punto es donde entraba la “opción abuela” como apoyo, ya que necesitábamos que los recogiera y los cuidara en casa un par de horas hasta que yo llegara.  Así que esta fue la opción que escogimos para las primeras cuatro semanas de vacaciones, y fue todo un éxito, los niños se lo pasaron muy bien y nos llenaron la casa de manualidades curiosísimas.  A pesar de eso, aún les quedaba energía para venirse conmigo todas las tardes a la piscina a jugar, correr y nadar como si no hubiera un mañana y agotarme por completo, como es su obligación de niños en vacaciones.

Pero aún quedaba verano, así que para cubrir los días desde que terminaban las quincenas contratadas en el cole de verano, hasta que nosotros empezábamos nuestras vacaciones, estuvieron en una ludoteca cercana, en horario de 9 a 1, haciendo más actividades, manualidades y juegos curiosos que luego nos enseñaban detalladamente.  Aquí también necesitábamos de la colaboración de la abuela hasta que yo llegaba a casa, y también pasábamos las tardes en la piscina, dándolo todo hasta agotar a mamá, que ya no está para estos trotes…

Y además, una vez terminadas las tres semanitas de vacaciones de los papás (remanso de paz para la sufrida yaya), y para no dejar ninguna opción por probar, durante las casi 4 semanas que aún nos quedaban hasta el comienzo de curso, y dado que en agosto no conseguimos encontrar ningún centro  infantil cercano que abriera en esas fechas, tuvimos que optar por contratar una canguro unas horas.  En este caso se trata de una persona conocida y de plena confianza que ya se ocupó de los niños en ocasiones cuando eran pequeños, y que venía de 9 a 12 a casa para cuidar a los niños, jugar con ellos, darles un paseo, hasta que a las 12 volvíamos a enganchar con la siempre imprescindible yaya que cubría el horario hasta mi llegada a casa.  Y vuelta a la piscina, con una madre que a estas alturas de verano ya estaba morenísima y para el arrastre.

Como se puede ver, solución hay para todo, pero, excepto en el caso de la abuela, que lo hace por amor al arte, todas las opciones cuestan dinero, así que acabas trabajando parte del verano para pagar las vacaciones de tus niños.  Y es que, si conciliar es difícil siempre, en verano más.

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