Una vez pasado el trance de la gran noticia, llegó el fatídico primer trimestre, por lo menos para mi así lo fue. Yo ya había estado embarazada anteriormente y aunque esta vez era un embarazo totalmente distinto, nunca imaginé que lo fuese a vivir con tantos altibajos.
Para empezar, en el momento me dijeron que era un embarazo gemelar, me derivaron a la consulta de alto riesgo, cosa que ya mosqueaba un poco, pero lo vi hasta razonable. Y allí fue donde comenzó, por decirlo de algún modo, mi pequeño calvario.
Lo primero que hicieron es darme la baja laboral, cosa que yo ni en sueños había pensado, ya que con mi otro hijo había estado trabajando hasta el día antes de dar a luz y en circunstancias mucho más dramáticas tanto física como emocionalmente, ya que por aquellos entonces, mi papi estaba muy enfermo y desgraciadamente por 28 días no pudo conocer a su primer nieto, pero bueno, esa es otra historia.
En fin, yo que pensaba que había aguantado como una jabata mi anterior embarazo, cómo era posible, que a la primera de cambio, la Dra. de la Calle me quisiera dar la baja, si o si.....además yo hasta el momento me encontraba muy bien, pero nada, no hubo negociación al respecto y menos mal, ahora que ha pasado el tiempo le doy mil veces las gracias.
A los pocos días de la visita a la consulta de alto riesgo, empecé a encontrarme muy mal, sobre todo por las mañanas, los vómitos, mareos y bajadas de tensión eran constantes, además de una somnolencia que no podía ni abrir los ojos. Lo que peor llevaba era estar en casa, ufff me ponía de una mala uva, que no me aguantaba ni yo, me imagino que parte de la culpa la tendrían las hormonas que me tenían en un estado de depresión y apatía algo que no entendía, porque yo sí deseaba disfrutar del embarazo y de una vida lo más normal posible, pero....por lo visto no era ese el momento.
Pasadas las semanas parecía que mi cuerpo y mi mente se iba adaptando a la nueva situación, aunque seguía llevando regular mis pequeñas limitaciones, ya que soy muy activa, y cuando intentaba hacer algo extra, la verdad es que posteriormente tenía muchos dolores abdominales y un cansancio desmesurado, y el humor que me gastaba......siempre estaba de uñas, me sentaba fatal todo lo que me decían e incluso empecé a cogerle manía a mi suegra, cada vez que llamaba a casa es que se me ponían los pelos como escarpias.
En fin, poco a poco se fue normalizando mi organismo y empecé a disfrutar de las buenas sensaciones que me transmitían desde lo más dentro de mí, mis dos princesas. Los malestares del principio (vómitos, mareos, olores fuertes, asco a la comida) fueron remitiendo y ya comía algo más. La revolución hormonal también se neutralizó un poco, aunque sólo aparentemente.....
Con tan solo tres meses ya tenía una tripita importante y eso que no comía mucho, pero era bien evidente que mis peques iban marcando su terreno.
Almudena
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