lunes, 18 de junio de 2012

EMBARAZO MÚLTIPLE (primer trimestre) - Belén


1º Trimestre :

Tras el impacto de la noticia y la confirmación, en la semana 7, que estaban los 2 vivitos y coleando… llegó el momento de asimilar la noticia.
Y esperar los síntomas, claro… con la niña fue un mal embarazo, con náuseas hasta casi los 7 meses, miles de ascos a todo, cansancio exagerado y una tristeza tremenda.
No quería ni podía permitirme otro embarazo igual, con una niña de 22 meses que aún tomaba pecho… había que replantearse las cosas.
Al principio iba todo bien, estaba revuelta por la mañana… pero a partir de la semana 9ª, los vómitos empezaron a hacer su aparición y tarde sí, tarde también… me convertía en un despojillo humano entre el cansancio y el revuelto.
Al menos, por la mañana, tenía energías para disfrutar de mi niña, pero a la tarde se encargaba su padre.
Coincidió con el verano, por lo cual se sumó el calor de mi tierra y la tensión baja.
Aún así, lo llevaba bien.
Pero tuve que tomar una decisión: destetar a mi niña.
Mi idea era seguir con lactancia en tándem si venía un hermanito/a… pero siendo dos, tenía muchas dudas.
Había sido una experiencia maravillosa y no me arrepentiré nunca, pero la lactancia a demanda y con una niña tan dependiente como la mía, supuso un tremendo sacrificio.
Había llegado el momento, a los 22 meses de mi hija, de destetarla.
Los pechos ya empezaban a molestar cuando ella mamaba… y por la noche estaba muy cansada para levantarme (aunque ya rara vez pedía por la noche).
Llegó el momento. Empecé a eliminar la toma nocturna, luego empecé a eliminar las tomas en público con la excusa de que me dolían… y poco a poco y con el motivo de una noche en casa de sus abuelos (la primera)… ya no hubo más.
Fue un extraño sentimiento de pérdida. Con ella llegué a un acuerdo para, si no había teta al dormir, sí una  nana y un cuento. Ese acuerdo aún dura y espero que siga así mucho tiempo.
La tripa empezaba a asomar rápidamente… pronto usé la ropa premamá de verano de mi anterior embarazo, con apenas ocho semanas ya parecía de dieciséis… pero el peso no subía apenas, puesto que ya pesaba un poco de más y con las náuseas casi no comía.
Mi embarazo era controlado, no solo por ser dos, sino por los miomas que aún quedaban dentro… uno de ellos muy cerca del cuello del útero. Era importante controlar su crecimiento y hacia dónde se desplazaría al modificarse mi interior.
Pero mi ginecólogo quería que me hiciese a la idea: sería cesárea casi con toda seguridad. Me daba mucha rabia, si eran tan pequeños, que se tomase esa decisión, pero no podía cambiarla… al menos en ese momento. Ya intentaría, según lo viese, que me dejasen intentar lo que deseaba: parir.

Belén


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