martes, 15 de mayo de 2012

LA GRAN NOTICIA - Pilar


Cómo empezar este relato sin emocionarme, no lo sé, sea como sea, da igual cuántas veces lo cuente, pero siempre es como si volviera una y otra vez a sentir ese torbellino de emociones en mi interior.


Esta historia comienza como una gran historia de amor cargada de pasión, esa pasión que nos unió, esa pasión que nos hizo saber que había llegado el momento de ser PAPÁS. Pero no hay historia que no tenga intrigas ni baches en el camino; pues entonces la nuestra no era para menos. Dicen que hasta que no sabes cuánto cuestan las cosas no sabes lo que son, pues lo nuestro nos costó como alcanzar al mismísimo Everest. Nos propusimos alcanzar la cima, pero había algo que nos lo impedía. En la consulta del médico nos dijeron que éramos una de esas parejas que no se sabía exactamente por qué no podíamos tener un bebé, pero que en ese porcentaje estábamos nosotros. A partir de ahí, empezamos a darnos cuenta de que éramos un simple número en esa lista de parejas que sueñan con ser padres. Poco a poco, fuimos saltando cada obstáculo que nos ponía el destino. Vinieron pruebas muy duras, dolorosas, innombrables, para mi gusto innecesarias, pero la META bien merecía la pena. Era un largo camino por recorrer y apenas teníamos fuerzas, pero con la tesón puesta y el corazón metido de lleno, decidimos volver nuevamente a la carrera. Pero fue entonces cuando el más grande de los obstáculos se cruzó en nuestro destino. Fue duro oír que nuevamente tendríamos que suspender el tratamiento (el quinto ya), porque sufría una hiperestimulación ovárica, veis es que parecen palabrotas estos tecnicismos ;). Encontrarte con un muro de hormigón en medio de la carretera, es así como te sientes cuando crees que te faltan pocos metros para llegar. Cuántas lágrimas de dolor, cuánto dolor en el alma, en el cuerpo, en los ovarios ufffffff, cuánto. Habíamos sido derrotados por unas hormonas caprichosas que en vez de hacer su función, lo que hacían eran hiperestimular a mis queridos ovarios. Fue tan duro que casi los pierdo, pero gracias a dios siguen ahí abajo, lo sé de buena tinta.



Fueron semanas llenas de un sinsabor, de una sensación de vacío, de haber perdido la esperanza, pero fue entonces cuando una luz volvió a iluminar nuestras vidas. Era el momento, daba igual los medios o los resultados lo que era importante era que nuestra sed de amor incontrolable, podría por fin encontrar una razón para seguir luchando. Adoptamos a nuestro hijo en el 2006 y aunque nunca supe lo que era tenerlo en mi vientre, sí que lo quise antes de nacer, con nuestros corazones formamos el amor necesario para él, con él por fin había llegado el mejor de los regalos. Se hizo mayor y nos pedía un hermanito, yo le decía que le pidiera a Dios que se lo diera, pero que a lo mejor era muy difícil, que nos lo diera, pues Mami tenía algunos problemillas técnicos que impedían quedarse embarazada, pero como para él no había problemas (cosas de niños, bendita inocencia) me mandó al mecánico, porque según él, cuando papi tenía problemas con el coche lo llevaba al mecánico, así que para él era lo mismo.


Cada día repetía el mismo ritual, se agarraba a la barriga y mirando al cielo, le pedía a Dios que por favor, por favor, por favor le diera un hermanito. Era muy tierno verlo hacer aquello y a la vez imposible no derramar una lágrima al sentir su pasión. Pasaron algunos meses y un día en la oficina me empecé a sentir mal, al día siguiente igual, qué raro, ¿sería que no estaba comiendo bien?, algo debía pasar, ¿sería anemia?, todo me daba vueltas, así que decidí que como no perdía nada llamé al médico de urgencias (trabajo en un Hospital) y le conté lo que me pasaba. Me dijo que cuándo me tenía que venir la regla, mañana le dije, él me dijo: “bueno vamos a descartar, te lo pido por si acaso, en sangre que es mas fiable”. Le pedí que no perdiera el tiempo, que no estaba embarazada, pero aun así pasó de mí. Le dije que me llamara a la oficina cuando tuviera los resultados. Así que me fui más tranquila. Un rato mas tarde, sonó el teléfono y me dijo que ya estaban los resultados. Le dije, bueno ¿y qué, tengo anemia? Él me dio la enhorabuena, y yo le dije que si era porque no tenía anemia. Él me dijo: “estas embarazada felicidades”. ¿Cómoooooooooooo?, no podía ser, le dije, si no tengo falta de regla. Él me dijo que en sangre canta antes. Yo incrédula perdida, le dije que aun así compraría un clear blue fantástico de la muerte para hacérmelo al día siguiente, y así fue. Me fui a casa con una rara sensación, de miedo e incertidumbre. No podía ser. Por si acaso, lo oculté hasta el día siguiente. A las 6 de la mañana me dieron unas ganas horribles de hacer pis, así que aproveché el tirón. Agarré el fabuloso aparato y zas, lo deje en vertical allí, encima de la mesa de la cocina con aquel reloj de arena digital parpadeando. Dicen que son segundos, pero parecen horas en esos momentos ¿a que sí?. Me recorrí la cocina como 30 veces, ufff qué nervios. No podía esperar mas así que curiosa, me acerqué y….................Embarazada 2-3 semanas............... ¿quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee?, pero..... ¿cómo?..... bueno, si sé cómo.... pero ¿es verdad?, sí es verdad, me pellizqué, me tiré de los pelos, volví a mirar y sí, decía que estaba embarazada, así que ya no había dudas, dios........ corrí a la habitación, y susurrando al oído para no despertar al niño le dije, cariño que creo que vamos a tener un bebé, y el niño grita ¿quéeeeeee mamiiiiiiiii? ¿voy a tener un hermanitooooooooooo?, ¡gracias diooooooooooooooooos! jajajajaja el padre despertó del golpe, el niño brincaba en la cama y yo me meaba de la risa, pero esto no había hecho más que empezar. Justo unas semanas después teníamos cita con la ginecóloga, mi marido iba conmigo. Esa mañana no paraba de vomitar, buaj, qué asco. Nos llamaron por la megafonía, era nuestro turno, menos mal porque no me sentía nada bien. Me hacen tumbarme, me sofoco, me mareo, y le pido amablemente ir al baño antes, más vómitos. Salí y me coloqué de nuevo, menuda postura mas incómoda, menos íntima. La doctora se sienta enfrente, mi marido observa, coge el aparato y nos muestra la pantalla. Es la primera vez que le vemos, qué bonitooooo, qué emoción, tan chiquito, de repente le escuchamos el corazón, nuestras miradas se cruzan y mis ojos se llenan de lágrimas, está bien, sano, eso nos hace felices. La doctora ya termina, empieza a sacar el aparato, ayyyy espera que se quedó atrás, nos dice, ¿atrás? ¿el? ¿el condón?...  qué mal rollo por dios, ¡no! dice entre risas, otro bebé. Mi marido palideció, le vi perder el equilibrio, no podía controlar todo a la vez, ¿quéeeeeeee?, imposible, ¡cariño cuidado que te caes! … La doctora se preocupa por mi marido, le dice que se siente. “No, no, no dedíquese a ella, yo estoy bien”, balbucea, ¿seguro que es otro? ¿no será el mismo visto de otro lado?, le pregunta él con su cara ya de color amarillo. “no, no”, contesta ella: “miren”. Y nos pone la pantalla para que no dudemos ni un segundo más. Uffffff ¿cómo va a ser eso?... uffffff ¡qué va! Me río... tengo miedo... vuelvo a reír... me da calor, me abanico, ¿seguro? pregunto levantando el cuerpo de la camilla... me vuelvo a reír. “¿Tiene usted antecedentes de gemelos?” cuestiona la doctora. “Sí, pero...” le dije. Pues entonces no se extrañe... río, me sofoco, me mareo, le pido que me pellizque, y ella empieza a reír y a explicarnos todo y a la vez nada, porque a partir de oír DOS ya no oíamos nada mas. Cuando salimos del Hospital empezamos a llamar, y todos gritaban de alegría, mi madre me dijo que me había puesto una velita para que ya que Dios nos había dado un embarazo, pues que fueran dos, qué rica, jajajajaja, mi suegra se alegró muchísimo también, pero nos hizo un análisis de la situación. Ella siempre intenta que nuestra vida sea aún mas fácil, mi hijo lloró y me decía que Dios le había escuchado muy bien, me dice: “ mami ¿y por qué a mí me hizo caso y a ti y a papi no?”. Le dije que Dios miraba muy adentro de los corazones de los niños. Era el momento de empezar un nuevo camino, de sentir tocar el cielo con las manos, de tener el mas grande de los tesoros, de degustar la mejor de las sensaciones. Era el momento de convertirse, no solo en una familia, sino en familia numerosa. Era un duro camino, lleno de baches y obstáculos, pero vuelvo y repito que no hay camino en el mundo que no tenga baches, y eso a nosotros ya no nos importa. Lo que nos importa es llegar JUNTOS a cualquier destino, porque a partir de aquí, empezamos a escribir otro capítulo, un capítulo que formará parte importante de nuestras vidas, porque a partir de ahora todo será una locura, pero sinceramente, una locura MARAVILLOSA.


Pilar.


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