viernes, 18 de mayo de 2012

LA GRAN NOTICIA - Gina


Yo siempre había querido tener gemelos y todo el mundo me decía que no sabía lo que decía. Cuando me quedé embarazada de mi primera hija, después de ocho años de casada, yo decía que ojalá fueran dos, pero llegó mi princesita solita un 17 de febrero de 2006. Quién nos iba a decir a nosotros que tan solo 11 meses después llegaría mi segunda princesita, un frío 26 de enero de 2007. En este embarazo yo también decía que me gustaría que fuesen dos, pero tampoco fue. Yo ya pensaba que tenía formada mi familia, y ya como que lo de los gemelos lo dejaba de lado.


Ese mismo año 2007 nos fuimos de vacaciones a Almería y ya tenía mi primer retraso, pero como no soy muy regular que digamos no le di la mayor importancia, aunque yo notaba que estaba muy cansada y algo rarita. Mi marido no paraba de decir que estaba embarazada, que él lo sabía. Ante su insistencia, cuando volvimos de las vacaciones y pasó la feria me hice un test de embarazo, que dio negativo; yo contenta y él diciendo que eso había fallado.



A los quince días me lo repetí, y volvió a dar negativo. Ya estábamos a mitad de octubre, y a la semana y algo me lo repetí, pero esta vez se quedó pensativo: ni sí ni no, en blanco. Así que me fui a mi médica de cabecera. Iba con mis dos niñas de diecinueve y ocho meses. Cuando paso a la consulta y le digo lo que me pasa y me ve con las dos, sin dudarlo me dice: “ te haré la prueba en sangre, pero vamos, seguro que estás y esta vez vas a traer gemelos, más que nada para que amortices el carrito gemelar que llevas”. Los resultados me los dieron al día siguiente, un cinco de noviembre, y cuando fui a recogerlos, se sonrió y me dijo: “estás embarazada y de gemelos. Ya me lo dirás ya”. 



El día antes de la ecografía estaba con una amiga esperando a que llegase otra, y cuando llegó para gastarle una broma, le dice que estaba esperando gemelos, yo no sabía qué hacer y seguí la broma, diciendo que esa misma mañana me habían hecho la ecografía y que me habían dicho que venían dos. Al día siguiente era cuando realmente tenía la ecografía. Vamos a la consulta mi marido y yo. En esa época yo tenía bastante barriguita, si la comparamos con mis anteriores embarazos, que hasta casi los 6 meses yo me podía poner casi toda mi ropa, y en este ya no me venía nada, por lo que yo pensaba que estaría de más tiempo.



Bueno pues ya en la consulta, me pongo en la camilla, mi marido se sienta en una silla frente a mí y a la pantalla del ecógrafo, me ponen el gel en la barriguita, la doctora empieza a mirar, y veo que mi marido pone una cara rara, a todo esto la doctora ni palabra, y ya cuando termina de mirar todo, nos dice: “parece ser que estás de menos tiempo del que pensábamos, pero tenemos una sorpresa”. Yo instintivamente miro a mi marido, y lo veo haciendo con la mano dos. La doctora nos dice: “Sí, son dos: mira aquí está uno y el otro espera que lo busco..., sí, mira, aquí está, y...” La corté y le digo: “no, no busques más, ya tenemos bastante”, sin poder parar de reírme. Y mi marido dice: “dos y dos: pues ya son cuatro...”



La doctora nos preguntó que si es que teníamos más y entre risas, lágrimas y como pude le contesté: “sí, una niña de 21 meses y otra de 10 meses”. Ella al vernos sin parar de reírnos empezó a reír también y dice: “me alegro que os lo toméis tan bien, con lo que se os viene y lo que tenéis”. Mi marido le dice: “ahora solo falta que por lo menos uno sea niño”. A lo que le contestaron: “o los dos o ninguno porque son gemelos monocigóticos”. Yo no podía parar de pensar en mis pequeñas, sobre todo en la pequeña que todavía no andaba, y pensaba: un embarazo gemelar, reposo... ¿cómo lo voy a llevar? Pobre mi niña...



Cuando abandonamos el hospital los dos instintivamente cogimos el móvil y llamamos a nuestras madres. Como íbamos riendo sin parar todos pensaban que nos habían dicho que era niño. Cuando ya le digo a mi madre que es que eran dos, ni se lo creía, y no paraba de decir: “¡Ay Dios mio! ¡DOS, DOS, DOS! Bueno, no pasa nada, tranquila, a su casa vienen, ya los criaremos”, como así fue. Cuánto nos ayudó y nos ayuda, pero eso es otra historia. Mi suegra decía: “otra vez dos, como tu hermano” - el hermano de mi marido es que también tiene unas gemelas -.



Después llamé a mi hermana y tampoco se lo creía, no paraba de decir que de dónde y cómo habían salido dos, ¡como si yo tuviese la respuesta!. Nos pasamos por la oficina de mi cuñada y al verme tan sonriente, dice: “no me lo digas, ya sé lo que te han dicho, porque anoche soñé que os decían que venía un niño”. Y yo riendo digo: “no. Nos han dicho que son dos”. La pobre se quedó sin palabras, y al cabo de un rato dice: “Bueno no pasa nada, que vengan bien. Es una doble alegría”.



Pero cuando ya se lo dijimos a toda la familia, reaccioné y me acordé de la bromita del día anterior y llamé a mi amiga para decirle que había sido una bruja y que eran dos de verdad. Le tuve que llevar la eco porque no se lo creía. Recuerdo cuando se lo conté a una de mis mejores amigas, que no se lo creía, y recuerdo su cara con los ojos humedecidos y dándome un abrazo que jamás olvidaré, en el que me transmitió tantas cosas y tanta energía.



Al final mis amigas bromeaban y decían: ¿no querías tú siempre tener gemelos? Pues ya los tienes. Tanto lo has pedido que al final han llegado. En el tercer embarazo, pero han llegado”.



Y así fuimos dando la noticia a todo el mundo y fueron pasando los meses con un embarazo buenísimo: nada de reposo, paseando hasta el último día con mis niñas, que era para ver algunas caras que me ponían al verme con las dos y mi mega barrigón, y llegamos al 14 de mayo de 2008, el día en que el papá cumplía años. Y qué mejor regalo de cumpleaños que el nacimiento de sus peques.

Y ese día seguimos con nuestra DOBLE LOCURA MARAVILLOSA.

Gina

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