domingo, 19 de diciembre de 2010

Niños y niñas, señoras y señores (parte 1)

Cuando en la lista de mail de Partos Múltiples salió el tema de diferencias entre “ellos” y “ellas”, inmediatamente empezaron a brotar experiencias y vivencias de cada cual. Y, como a nosotras nos gusta tanto el tema, lo que salió pronto fue el “Caso Marido”.  Y es que, en general, ellos tienen como una especie de barrera mental entre la vida laboral y la familiar que, a pesar del esfuerzo que hacen, provoca que no vean los “detalles domésticos” que nosotras cazamos al vuelo. Es así como, por ejemplo:

  •  Son unos cracks preparando cenas, pero no le pidas un menú a tres días vista, ni (mucho menos) que planifique qué tiene que comprar para tener ese menú.
  • Visten a los niños como nadie, pero no ven el lamparón persistente que les está saludando a dos manos desde la pechera.
  • Suelen hacer siempre las mismas tareas, y muestran especial asco por el baño
  • Son capaces de echar mistol en el lavavajillas.
  • En definitiva: son buenos ejecutores pero nefastos planificadores. Para planificar, estamos nosotras.

Todo esto es compatible con que sean unos profesionales del 15, pero en casa, ¡ay! ¿qué les pasa? ¿Pierden la concentración? ¿No les llega la energía a casa y pueden tumbarse al sofá, ver el fútbol y no darse cuenta de la leonera que han dejado sus hijos tras de sí? Y eso que, repito, ya no son ese juez que se limita a impartir justicia divina cuando llega del trabajo y a instancias de la jueza instructora-mamá...

Dos incisos al respecto: una compañera cuyo marido es la excepción que confirma la regla y, ¡no sólo va al súper sin que se lo manden, sino que compra lo que hace falta y en la cantidad justa salvo errores de comunicación! (y que a las demás nos dejó con los dientes largos, largos, todo hay que decirlo) y... el único interviniente masculino. Sacó a colación su experiencia infantil de ir a la lista de la compra, por petición materna, con muchos artículos y ¡ninguna cantidad! Es que su niño es muy listo, y él lo deducirá sin una sola pista. Hay que darle la razón. Al ex niño, digo. Me recordó una receta telefónica de una amiga para hacer un pastel de bacalao. “¿Qué lleva el pastel, niña?” “Nata, bacalao, huevos...” “Y... ¿cuántos huevos, Sonia?” “¿Eeehhhh....? Tú échale huevos, Toñi, échale, sin miedo...” . Me acordaré siempre de Sonia y de sus huevos, y mis comensales también. Lo que me dijo es un excelente consejo para afrontar la vida en general, pero ¡no para cocinar, os lo aseguro!

Toñi

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