viernes, 3 de mayo de 2013

PREMATUROS - Noelia


CUARENTA DÍAS

La sala del despertar del hospital era igual que cualquier otra, fría, muy fría.

Me llevaron a la habitación, solo estaba mi marido, se notaba que había llorado mucho. Me enseñó las fotos de mis bebés, el médico le dijo que solo cabía esperar, las primeras 24 horas eran decisivas.

Jaime en la incubadora
Jaime en la incubadora
Mis bebés habían nacido con 29+6 semanas, 1.100 gr  Jaime y 1.200 gr Raúl y nosotros sólo podíamos esperar. Nacieron a la 10:00 de la mañana, no recuerdo nada de ese día. Solo recuerdo la sensación de silencio.


Habían nacido de cesárea, por lo que tuve una excusa perfecta para no levantarme en todo el día. A la mañana siguiente vino el pediatra y me dijo que todo seguía igual, lo bueno era que no estaban peor pero la espera era insoportable. Me dijo que lo único que podía hacer era empezar a sacarme leche para ellos y eso hice.

Las enfermeras me facilitaron un sacaleches manual y por la tarde ya le pudieron dar algo de calostro a mis niños.

Raul en la incubadora
Raúl en la incubadora
Habían pasado más de 36 horas y todavía no había visto a mis bebes, tan solo en las fotos que me traía mi marido, él entraba cada 3 horas a verlos pero yo no podía, no tenía fuerza.

La noche del día siguiente me trajo una silla de ruedas y me llevó a la UCI neonatal. Mis bebes estaban llenos de cables dentro de la incubadora pero respiraban por ellos mismos, con mucho esfuerzo pero ellos solitos. Estaban luchando, querían vivir.

Un enfermero me gritó “Que hacía en la silla de ruedas y sin ir a ver a los niños, Ellos me necesitaban fuerte y sana”. Puede parecer desagradable o insensible, pero a mí me despertó del letargo que tenía desde que nacieron, me levanté de la silla y continué sacándome leche, ya no pasaría ni un día más sin verlos.

Paso el segundo día y el tercero, cada tres horas podíamos verlos a través de la incubadora nos sentábamos enfrente y esperábamos a que nos echaran. Cuando pasó la primera semana, el pediatra nos dio la primera esperanza, los niños no empeoraban y parecía que ya no perdían peso, ya solo tomaban leche materna. Cada tres horas me enchufaba al sacaleches día y noche.

Llevábamos 7 días en el hospital, yo estaba recuperada y nuestros niños mayores nos necesitaban así que me dieron el alta. Llegamos a casa sin los bebés, todavía no teníamos las cosas preparadas para su llegada. Era muy pronto, no teníamos el carro, no teníamos las cunas, no teníamos los bebés. Estaban solos en el hospital y nosotros en casa.

Por fin nos dijeron que ya podíamos coger a los bebés, tan solo tenía que quitarle la vía umbilical y cogerle otra no me acuerdo donde. Solo una de las enfermeras de la UCI podría hacer el cambio y en ese momento estaba de descanso, tendríamos que esperar un día más para tener a mis niños en brazos. Tres días después seguía sin haberlos cogido siempre surgía algún problema y no podíamos cogerlos. Hasta que llegó el gran día los enfermeros estaban esperándonos tenían los bebés preparados para que los cogiéramos.

No podía dejar de llorar, los cogí y solo pensaba que no había podido protegerlos, sabía que no era culpa mía, pero no podía dejar de pensar en que tenía que haber cambiado, como podía haber evitado esto.

En ese momento empezó mi rutina. Cada tres horas seguía sacándome leche, había días que conseguía más de un litro. Me levantaba por la mañana para preparar a los dos mayores, el mayor con tres años había comenzado el colegio, el mediano con un año y medio iba a la guardería. A continuación me iba al hospital hablaba con el pediatra, y me dejaban coger a mis bebés durante toda la mañana, mediante el método canguro. Me dejaban darles el biberón, un ratito a uno, un ratito a otro. Algunos días me sentía muy feliz, por tenerlos, otros no podía dejar de llorar. A la 14:30h salía corriendo tenía que recoger a mi mayor (lo que entendemos por mayor era mi niño de tres años)  del colegio, comer y recoger al mediano, ellos no tenían que padecer porque sus hermanos estuvieran en el hospital, así que las tardes eran para ellos.


Pasó una semana y luego otra, superaron los problemas respiratorios, la ictericia, las pruebas cardíacas, ya solo le quedaba coger peso, y siguieron pasando los días.

El 17 de marzo, después de 40 días mis bebes lo habían logrado, estaban sanos y fuertes para irse a casa con su familia.  Y llegaron a casa, junto a sus hermanos. Nuestra vida cambiaba radicalmente, una locura maravillosa.   

Noelia.

1 comentario:

  1. Hola Noelia,

    Qué alegría de leer tu post.
    yo soy nueva y buscaba gente que contase un poco su experiencia.
    yo estoy embarazadas de gemelas, un embarazo monocorial monoamniotico.
    Y me han dicho que a las 32 semanas hay que sacarlas.
    Actualmente estoy terminando la 21 pero mi cabeza no deja de pensar en el despues.
    En cómo estarán, en qué tendrán que hacerles, en cuanto tiempo estarán alli, etc....
    Yo tb tengo 2 hijas, una de 5 años y la otra acaba de cumplir 1.
    Yo no pensaba darles el pecho, a las otras dos se lo dí, pero con la última no sé qué paso estuve a punto de coger 2 veces una mastitis.
    Así que pensé que a estas no se lo daba, pero....la leche materna les hará mejor bien, no?

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