martes, 7 de mayo de 2013

Colores y estereotipos

Otro estereotipo muy recurrente respecto a las diferencias entre niños y niñas es el tema de la ropa y los colores.  Yo era de las que decía que no iba a vestir por obligación a mi niña de rosa y a mi niño de azul.  Por Dios, que antiguo todo eso de la clasificación por colores, y más en el caso de mellizos, que se iban a criar a la vez.

Esta idea se empezó a desmoronar cuando  más de la mitad de los regalos que recibimos por su nacimiento, bautizo y demás, seguían el patrón clásico rosa y azul.  Bueno, no pasa nada, lo que compre yo, ya lo compraré como mejor me parezca y listo.  Esto fue más o menos así hasta que tuvieron en torno a dos años.  Los “terribles” dos años de las rabietas, en los que la personalidad y el carácter de cada uno empiezan a aparecer.  En el caso de Marcos, no solía protestar por nada de lo que le pusiera, a no ser que fuera incómodo con ello.  María, cumpliendo con el tópico, fue otro cantar.

Desde el principio me dejó claro que ella tenía vocación de princesita, así que no pensaba vestirse con otra cosa que no fueran vestidos y colores en la gama de los rosas…Cada mañana, para ir a la guardería, teníamos una rabieta de manual al ir a vestirla, con patadas, gritos desgarradores y croquetismo (dícese de cuando un niño pequeño rueda sobre sí mismo por el suelo, a un lado y a otro). 

Una cosa que yo siempre he tenido clara es que no iba a dejar que mis hijos impusieran su voluntad o sus caprichos a base de gritos, berrinches y chantajes emocionales, me horrorizan los pequeños tiranos que veo a veces, que con apenas 3, 4 o 5 años manejan a sus padres a su antojo e intentan someter a su voluntad a todo el que se les acerca.  Pero claro, tampoco era cuestión de dejar a la niña gritando y pataleando media hora todos los días antes de las 8 de la mañana, primero porque  tenemos vecinos, y segundo, porque teníamos una hora de entrada a la guardería, claro.  Así que opté por negociar…La senté, le dije que era una nena mayor y que mamá iba a hacer un trato con ella.  El fin de semana podría ir con vestiditos y leotardos, y escogeríamos juntas lo que más le gustara, pero entre semana para ir a la guardería, solo podría llevar vestido un día a la semana, y
siempre el que le dijera mamá.  Y si obedecía y se portaba bien, subiríamos a dos veces por semana, manteniendo la regla de que se pondría lo que yo escogiera.  Y funcionó, al principio a regañadientes, pero cumplió. 

En verano, todo iba fenomenal, porque lo más cómodo y funcional para las niñas son los vestidos, y no había ningún motivo de discusión por la ropa.  Pero llegó el inicio de primero de infantil, y con él, el chándal obligatorio del colegio.  El primer día que tocó ponerlo, Marcos, sin problemas y todo orgulloso porque llevaba el chándal del cole de mayores, pero María fue otro cantar.  Montó lo que en Aragón se llama “una escandalera” de aúpa, y entre lágrimas gritaba a los cuatro vientos su tragedia: “Noooooooo, no quiero, el chándal es feooooooooooooo, no es rosaaaaaaaaaaaaa, es muy anchooooooooo, y no es ropa de nenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa”.  Como ahí sí que no había margen para la negociación, opté por decirle que eso era lo que había y que tenía dos opciones, vestirse tranquilamente y salir por la puerta cuando fuera la hora de ir al cole, o no vestirse e ir al cole en pijama.  Y también funcionó, pataleó un rato, pero al final, al ver que yo no cedía, se puso el chándal.  Eso sí, para “suavizar” el golpe, le pinté las uñas como premio…

A partir de ahí, todo ha sido una negociación, saben cuando pueden elegir ropa y cuando deben ponerse la que yo digo, más que nada porque la alternativa es ir en pijama al cole o al sitio que se tercie.  A la segunda vez que saqué a uno en pijama a la escalera, vieron que iba en serio. 

Con cinco años todavía tienen rabietas de vez en cuando, pero más o menos hemos aprendido a capearlas y reconducirlas.  Es difícil lidiar con dos pequeños con carácter y que entiendan que no siempre pueden hacer lo que quieren, sobre todo cuando te pasas el día corriendo y arrastras cansancio acumulado.  Pero bueno, creo que de eso hablaremos otro día….

Eva


5 comentarios:

  1. Es que me estoy imaginando a María el primer día con el chandal del colegio diciendo: esto es muy ancho .... jajajaja ... tienen unas salidas ... y cómo aguantarías la risa, porque en el fondo estarías pensando: hija, que razón tienes ... no podían haber puesto algo más mono??? jajajaja

    Verónica

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    Respuestas
    1. Pues sí, maja, la verdad es que el chándal era un poco saco y no favorecía nada, jajajaja

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  2. Estoy acojonada de pensar en lo que me espera a mí... Es que yo soy mamá de trillizas (sí, sí, todo niñas). Dioooossssss!!!!!!!!

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  3. Uf, Ana, no se que edad tienen, pero en torno a los 2 - 3 años a la mayoría les da la etapa "rosa-princesas-hadas", jajajaja.
    La verdad es que disfruto mucho con las cosas de mi princesita, pero claro, también tienes que ponerle límites, aunque te estés partiendo de risa por dentro XD

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