lunes, 12 de noviembre de 2012

PARTO MÚLTIPLE - Alaitz

El día que nuestras vidas cambiaron y tanto deseábamos que ocurriera.
 
Después de varias visitas al ginecólogo, en la semana 34, me comenta que todo va muy bien. Los niños están los tres estupendos y que nos volvíamos a ver en la siguiente semana.

Bueno, pues, comenzamos con la semana 35 y allá para el miércoles me sentía como rara. Casi no me apetecía comer y estuve todo el día tumbada. En esta semana mi marido tenía turno de tarde. El jueves muy parecido. Estuve durmiendo la mayor parte del día, comí un poco de puré, porque me alimenté de purés durante casi todo el embarazo, y poco rato después me tomé dos lonchas de jamón york. Y de nuevo me quedé dormida. Estando dormida sobre las 5 de la tarde, me despertó un dolor terrible en la super barriga de izquierda a derecha. Me senté en la cama y estuve quieta durante un buen rato. Sobre las 8 de la tarde me puse a hablar con mi hermana gemela por el ordenador y le comenté lo que me había pasado. Claro, la primera reacción de ella fue: “baja al hospital y que te miren, pero baja ¿eh?, que como no bajes voy a buscarte y te llevo yo”.

Bueno pues, eso hice. Llamé a mi cuñado, le dije que me tenía que bajar a Cruces, al hospital, pero que estuviera tranquilo porque mientras me vestía y llamaba a Bittor (mi marido), que no tuviera prisa. Una vez hecho todo nos encaminamos hacia el hospital.

Llegamos, explicamos que era un embarazo múltiple:
- ¿Múltiple?
- Sí, vienen tres criaturas.
- Ah, pues déjanos la documentación y puedes sentarte en la sala de espera que ya te llamarán.
 
Bittor no podía parar y la espera se estaba haciendo eterna, pero claro, había mucha, mucha gente dando a luz y los boxes estaban repletos. Al cabo de 20 minutos, nos llaman.
 
Paso a la consulta, me preguntan que por qué estoy allí, que si todo está bien, etc… Me examina, y me comenta que me manda a los cintos. En los cintos hasta que buscan a los tres, ¡IMAGINAROS!. Pasado el tiempo y todo en su sitio, empiezan a aparecer las contracciones. Cada 10-15 minutos. Hasta que llega un momento que empieza a bajar y a bajar y se convierte en 2-3 minutos. La enfermera muy amablemente me comenta que el médico quiere examinarme y, ¡allá que vamos!, otra vez a subirse al potro. Al terminar me dice:
 
- Bueno pues está todo bien, estás dilatada de unos 4,80cm y vamos a llamar a tu marido.
Y pregunto:
-¿A mi marido? ¿para qué?” (jajajaja).
Y el tan amable doctor me contesta:
- porque hay una chica que está en el paritorio y en cuanto terminemos con ella, ¡¡entras tú!!.
- ¿Cómo? ¿YO?
- Sí, la siguiente eres tú.
 
Podéis imaginaros la expresión de mi cara. Para entonces estaba muy tranquila pero fue decirme “entras tú” y me cagué (perdón por la expresión), es que solo había asistido a una clase de antes del parto. Claro que era cesárea y se supone que es todo más fácil. Antes de entrar firmo todos los papeles que me dan y como eran tres teníamos que decir el nombre según van naciendo. Y así lo hicimos. La primera chica Izartze, la segunda Irane y el chico Aitzol.

Ya dentro, a las 01:40 h, de la camilla me pasan a la mesa del paritorio. ¡Vaya frío que hace ahí dentro!. Me mandan sentarme, bajar la cabeza y poner la espalda recta. Empiezan a buscarme las caderas….ahí va el primer pinchazo de epidural, ahora el segundo, y luego el tercero y más tarde el cuarto pinchazo. Vamos, que una eternidad. Tengo un problema justo en la zona donde dan el pinchazo, una escoliosis de nacimiento, y les estaba resultando dificilísimo buscar la zona donde debían de pinchar. Todo esto un chico en prácticas. Mi reacción al de cuatro pinchazos fue “la próxima vez que me pinchéis y no haga reacción me dormís entera”, no creo que vuelvan a pincharme en la espalda nunca más. Ahora en este instante me dice la anestesista, una chica de unos ojos azules intensos (luego pasó a visitarnos):

- Mentras te voy palpando, dime, ¿dónde tienes las caderas?
¡Sí, claro, en eso mismo estaba yo pensando! Y presa de los nervios le contesto:
- ¡Y yo que sé!
 
Las enfermeras y un celador estaban allí ayudándoles y dándome ánimos porque lo estaba haciendo muy bien, según ell@s. Pues a la tarea que se pone, y ¡zas, a la primera!, ya se empieza a dormir la pierna. Ahora venga el goteo, el primperan, la mascarilla preparada por si los mareos… y de repente noto como que me arrancaban las entrañas. Y ahí que nace un@, oigo un leve lloro y nada más. Ahora el segund@. Pregunto, ¿ya han nacido? Y justo oigo otro lloro, éste más cerca. Y el doctor me dice: Sí ¿no le oyes? Este es el segundo. Y ya más tarde el tercer@. Se llevan una diferencia de 2 minutos cada uno. Izartze fue la primera, pesó 2580g, Aitzol el segundo con un peso de 2560g e Irane la tercera con 2180g. Así estaba yo, ¡¡a reventar! Jajajajaja. Y da la casualidad que el primer nombre se compone de 7 letras, el segundo de 6 y el tercero de 5. ¡Menuda casualidad! Terminan todo el proceso a las 02:20 h y allá que salimos los tres, ya que a Izartze, la mayor, se la llevaron a neonatos porque al nacer tragó líquido amniótico y estuvo 15 días ingresada. Y a la salida estaban mi ama y Bittor esperándonos, ellos ya sabían que Izartze había subido a neonatos, la vieron salir. A mí me lo debieron de decir pero no me enteré mucho porque estaba tan cansada que me quedé dormida después de un frío intenso porque perdí bastante sangre al dar a luz y me tuvieron que hacer una transfusión de sangre. Allí al ladito mío tenía a Aitzol e Irane, que subieron con nosotros a la habitación por la mañana. A Izartze la visité el día 9, con la insistencia de mi marido, porque con la cesárea el primer día no podía ni moverme.

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