jueves, 24 de mayo de 2012

Lo peor de todo

Lo peor de todo sigue siendo la impotencia que se siente cuando se ponen a llorar dos o tres a la vez y no das abasto a tranquilizarlos a todos. Eso, y la sensación constante de que, por mucho que te esfuerces, no estás dedicando el mismo tiempo a todos. Al final, las atenciones se las lleva el que más llora, incluso aunque tengamos otro entre manos.

Sé que aún no son tan mayores como para hacer un aprovechamiento consciente de los lloros, aunque con Lara no lo tengo tan claro. De los tres es la que más se fija en las cosas y a veces, cuando llora, basta para que sienta tu presencia cerca de ella o le hables para que se calme. Otras veces nada funciona, ni hablarle, ni cantarle, ni pasearla por el pasillo, ni en la silla, ni en el coche, ni nada de nada.

Mario últimamente llora mucho. He empezado a llamarle "bá" porque así es como llora. No es el "buaaaaaa" de los tebeos, sino un "bá" a secas, aunque a veces también dice "má". Es muy gracioso. Lo malo es cuando el "bá" se convierte en un berrinche de cuidado que degenera en una apnea del llanto. La primera vez que se quedó sin respirar casi nos da un patatús. Ahora, cuando vemos que empieza a calentarse, a llorar sin parar y que entra en la dinámica que le lleva a la apnea, lo cogemos e intentamos tranquilizarlo.

Álvar, cuando llora, llora de verdad y a todo volumen. Es atronador. A veces, con que le metas el chupe ya se queda tranquilo. Pero a veces no. Y entonces pasa una cosa muy curiosa porque se debate entre llorar, que es lo que quiere, y chupar, por el propio reflejo de hacerlo. Surge así un peculiar sonido que nos hace partirnos de risa. Es muy gracioso porque se le ve que él pone todas sus intenciones en chillar pero lo único que hace es masticar y masticar el chupete de forma desenfrenada.

Hemos comenzado ya con los cólicos. O igual no. A saber. El caso es que últimamente lloran porque sí, a distintas horas del día, de forma desesperada y sin motivo aparente. Es frustrante no saber qué les pasa porque si lo supiéramos podríamos ayudarlos. Pero así, lo único que podemos hacer es intentar consolarlos, pasillo arriba, pasillo abajo, tarareándolos, acunándolos. A veces, entre las mil cosas que intentas hay una que funciona. Pero claro, es imposible saber cuál, con lo que a la vez próxima intento hacer todo lo que recuerdo hice la vez anterior, de tal forma que más parezco un artista circense haciendo mil malabarismos que otra cosa.

A veces también es todo más fácil y lo que no ha funcionado con Cris, ni con su madre ni con el encantador de niños (o sea, el padre de Cris, que tiene un toque que los deja sopas), funciona conmigo. El saber que los chiquitines se calman en mis brazos es muy reconfortante y me produce una agradable mezcla de satisfacción y alivio. Y es que a veces tengo dudas de que vaya a ser un buen padre, aunque cuando me ve Cris con alguno de los niños en brazos, siempre me dice que me quedan muy bien y que voy a ser un padrazo.

Ánimo a todos los padres.

guille

1 comentario:

  1. Uf, esos malditos cólicos, yo lo pasé fatal con mis mellizos! La buena noticia es que se curan con el tiempo :-) Te dejo un post con algunos remedios para los cólicos que a mi me funcionaron:
    ¡Esos malditos cólicos a duo! Manual de supervivencia
    Un saludo y ánimo!

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