sábado, 14 de abril de 2012

Es por su bien

Es duro. Sabíamos que iba a serlo, ya nos habían avisado, pero no por eso dejar de ser menos duro.

Es duro tener que despertarlos cada dos o tres horas cuando se encuentran felizmente dormidos, acurrucados como Álvar, agarrando el embozo de la sabanita. O estirados todo lo que son de largos como Mario, con las manos en cruz, como queriendo tocar las manos de sus hermanitos. O con los brazos en alto, como Lara, siempre medio destapada como si le molestara la ropa sobre el cuello.
A veces no quiero hacerlo…están tan a gustito ahí dormiditos. Me acerco a ellos con suavidad y sigilo, les acaricio la manita, les paso un dedo por la mejilla, les toco levemente las piernas, les susurro "hola guapos, vamos a comer" y espero a que se desperecen con un poco calma. No sirve de nada porque o bien no se despiertan o bien sí lo hacen y acaban rezongándome. Álvar suele fruncir el ceño, Mario gruñir y Lara coloca los brazos en cruz y abre las manitas como diciendo "¡en esta casa no hay quien duerma!". Además, me da en la nariz que no van a olvidar tan fácilmente todos estos "bruscos" despertares. Seguro que secretamente se los guardan en la memoria y cuando sean mayorcitos y duerman ya toda la noche, serán ellos los que nos despierten los fines de semana con un alegre saltito sobre nuestra cama. A veces no quiero levantarlos… pero lo hago. He de hacerlo. Es por su bien. Ayyy… cuántas veces diremos eso y cuántas veces ellos no lo comprenderán, igual que en el pasado nosotros refunfuñamos a nuestros padres.

Es duro obligarles a comer. Hace tiempo vi un documental o algo así donde salía un granjero alimentando unos gansos o pollos, no me acuerdo. Les cogía del cuello, les abría el gaznate y les obligaba a tragar unos puñados de grano que se deslizaban por el interior de un cilindro de metal que introducía en su garganta. A veces me siento como si estuviera alimentando ocas. Obligándoles a comer lo máximo posible, cada día un poco más. Es por su bien.
Todo esto me resulta muy paradójico. Da igual la edad que se tenga. Siempre andamos batallando contra la báscula. De mayores, que si la operación bikini, que si los michelines, y de pequeños, para engordar, para ganar peso a toda costa y ser más fuertes.
Pero gracias a esta obligación, gracias los esfuerzos de unos y de otros, a los de Cris con su batalla particular con el desagradecido "cuarto hijo", el sacaleches, a quien lamentablemente tiene que dedicar más tiempo que a sus verdaderos hijos, gracias a los padres de Cris, que los tenemos aquí desde hace meses, casi esclavizados y encima sin sueldo, vamos ganando pequeñas batallas en esta guerra. Según el control de peso del martes, Mario supera ya los 3.200 gramos, Lara ronda los 2.900 gramos, y Álvar, pasito a pasito, se acerca ya a los 2.600 gramos.

Es duro no poder hacer nada, no saber qué hacer cuando se ponen a llorar todo desconsolados. Estamos acostumbrados a ver en la tele a madres que cogen a sus hijos cuando se ponen a llorar y cómo se acaban calmando cuando les mecen en sus brazos o mueven la cuna en la que duermen. Pero cuando los tuyos se ponen a gritar, a gemir, cuando entran en ese extraño y largo lloro donde no caen lágrimas y sabes que no es ni por hambre ni porque tienen el pañal sucio, cuando no funcionan los mimos ni el tarareo suave en sus oídos, eso te destroza por dentro. Darías tu vida por detener su lamento, por paliar ese dolor si es que es dolor, pero no puedes hacer nada, más que estar a su lado y esperar a que pase.
En un mes recibirán su segunda, tercer y cuarta vacuna, las dos segundas de pago. 80 euracos por niño y por dosis y teniendo en cuenta que son 4 y 3 dosis respectivamente, la cosa sale por un pico. Pero es por su bien. Es probable que se revuelvan, que pataleen, que lloren, que griten, que se retuerzan de dolor o de susto, pero es por su bien. Lo único que podremos hacer es estar a su lado, intentar calmarles acariciándoles el pecho o pasarles la mano por su cabeza, agarraditos a sus manitas. Empiezan agarrándote el dedo por puro reflejo y después de unos pocos segundos, te lo acaban soltando, desesperados. Sé que es un reflejo también, que no comprenden que quien está al otro lado soy yo, su padre que les quiere, pero cada vez que retiran su mano de la mía es como una pequeña puñalada.

Es duro por tantas y tantas razones, que al final el dormir poco por la noche, apenas 4-6 horas en tramos de 1 a 3 horas y con suerte alguna de día, es lo de menos.

guille

4 comentarios:

  1. Guille, he leido lo de las vacunas. Mira a ver si tu pediatra puede hacer informe al hospital como que son prematuros y que os las cubran. (Las mandan directamente al ambulatorio). A mi e lo hicieron. Soy de Valencia.

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  2. Miraremos a ver. He estado buscando en internet y algunas comunidades las cubren y otras no. Aquí en Euskadi, conocemos a una pareja que ha tenido trillizas que precisamente nos comentó hace poco que a ellos sí se las han pasado por la Seguridad Social. Se lo comentaremos a nuestro pediatra. Por intentarlo, que no quede.

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  3. Al final no nos pasan las recetas por Inspección. El que sean prematuros no es motivo suficiente para que entren dentro de la Seguridad Social. Imagino que es la contraprestación por haber nacido sanitos.

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  4. Que gran relato y que grandes padres!
    Os entiendo perfectamente porque yo tengo mellizos prematuros y he pasado por lo mismo(bueno vosotros con uno mas), es muy duro al principio pero quiero enviaros fuerza y animo porque pronto podreis dejar el sacaleches para siempre, bajo mi experiencia en cuanto pasaron de los 3 kg. empezaron a cogerse bien al pecho y pude enterrar a mi tercer hijo (asi lo llamo yo tambien) en lo mas profundo del armario para no volver a verlo jamas!
    Enhorabuena a esa mami porque es una campeona, ha tomado el camino dificil pero pronto encontrara su recompensa, los mios con casi 15 meses siguen mamando y es una gozada.
    Mucha suerte

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