viernes, 24 de febrero de 2012

DIFERENCIAS DE CRITERIO

Cuando te conviertes en mami, sea de múltiples o no, tienes la idea de que tú vas a ser un dechado de perfección e infinita paciencia, y que tus hijos van a responder automáticamente porque van a ser los niños más buenos, equilibrados, responsables y empáticos del mundo mundial. Todo desde el minuto cero.

Lástima que no sea verdad. Y que se desmiente desde el minuto uno...

No nos engañemos: la crianza de los hijos es un camino plagado de desencuentros: lo que para ti es de vital importancia, para ellos es una nadería; y viceversa.

La cosa empieza pronto, de recién nacidos: a ellos les importa un cuerno si es de día o de noche; y  tú, después de un mes de no dormir más de dos horas seguidas, no aciertas a entender por qué narices ese bebé sigue exigiendo cariñitos a las 2 de la mañana, si ya está comido, cambiado y mimado... Pero claro, te tragas tu sueño y sobrevives como puedes porque, pobre criatura, lo hace sin querer...

A los pocos meses empieza la segunda fase: la de tiro-un-juguete-y-mamá-lo-recoge. ¡Qué divertido! Que sí, que muy gracioso si son cinco minutos. Pero qué paliza cuando son dos y llevas media horita doblando el espinazo con los juguetitos. Respiras hondo y recuerdas que son bebés, y que... lo hacen sin mala intención...

La etapa de "qué divertido es ver las tribulaciones de mamá" sigue. Ya gatean por toda la casa, y lo que para ti es el único pelo que te ha quedado por barrer, para ellos es todo un descubrimiento. ¡Como detectores de mugre no tienen precio!

Pero otra fuente de conflictos es la cocina. A ver: ¿qué es la cocina sino un peligro? Pero ellos no se preguntan eso, sino ¿por qué nos sacará mamá de la cocina? Y su respuesta es obvia: ¡para jugar! Yo no sé vosotras, pero lo que es yo, sin exagerar, me he pasado diez minutos achicando niños de la cocina: acabas de sacar a uno y se te mete el otro por detrás; sacas al segundo y el primero vuelve a estar en posición. Es tremendo. Es algo así como el milagro del pan y los niños, a veces me pregunto si no me he descontado y tengo media docena y no dos... Pero ¡cómo se ríen! y es que...¡no lo hacen con mala intención...!

Un poquito más tarde, la empatía para con mamá aún brilla por su ausencia. Entre ellos a ratos sí, es bonito ver cómo un niño le lleva el chupete a su hermano cuando llora, pero en esos planes... no sueles entrar tú. Llegas del trabajo, no has comido. Vas a buscarlos primero a la guarde, luchas a brazo partido contra los elementos (los dos elementos: niño A y niño B) para conseguir: a) sacarlos del aula. b) meterlos en la sillita. c) meterlos en el coche. d) sacarlos del coche. e) meterlos en la sillita. f) subirlos a casa. g) sacarlos de la sillita. h) guardar la sillita. Y todo esto sin que se produzcan heridos ni daños materiales. Lo que para ti es ardua tarea, para ellos es cachondeíto puro.

Pero la cosa no acaba ahí. Es lógico. Ellos adoran a mamá y no la han visto en todo el día, así que cuando ya has completado la tarea h) se te pega un niño en cada pierna y tú eres incapaz de acercar, ni que sea de lejos, el plato de comida al microondas. Los tres tenéis hambre: ellos de mimitos y tú, simplemente, de lentejas con chorizo... que te comerás de pie y frías, faltaba más.

Los niños crecen y los tipos de problemas cambian. Empiezan a hablar. ¿Y qué es lo primero que aprenden? Dos letras: NO. Empiezan a reafirmarse en su yo, como si hasta ese momento no te hubieras enterado de lo que tienes: "Cariño, ¿te vienes a la calle? NO. ¿te quedas en casa? NO. Anda, vente. NO. Venga, nos quedamos. NO. ¿Eres bueno? NO. ¿Eres malo? NO." Vale. Tú ganas.

Poco a poco van pasándose las rabietas, lo que no quiere decir que no te lleven la contraria diez veces al día. Por qué se empeñan en no tomarse rápido la leche por la mañana cuando por la noche es un visto y no visto, es para mí un misterio sin resolver. Y por qué tardan tanto en subir al coche precisamente los días que vamos con más prisa, también. Todo es un tira y afloja, consigues una cosa e inmediatamente aparece un nuevo reto. Es así. La maternidad/paternidad es una bendita carrera de fondo y de obstáculos, todo junto para no aburrirse.

Pero no olvidemos lo más importante, y es que sí hay cosas en la que nos ponemos de acuerdo:

Llega la hora de ir a dormir. Les cuentas un cuento, los arropas, les apagas la luz, les das las buenas noches y mientras les das un abrazo y un beso te dicen:

- Te quiero mucho, mamá.
- Y yo también te quiero, hijo. Yo también.

1 comentario:

  1. Me ha encantado tu entrada. Cuanta razón tienes!!
    Nos pasa a tod@s igual, creo yo.

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