miércoles, 20 de julio de 2011

CHIQUILLADAS

Hay que ver cómo son los niños y cómo despliegan sus habilidades. Los míos, con tres añitos y poco, no hacen más que hacer alarde de ellas. Me pregunto qué futuro les augura. Espero que bueno, aunque a veces parezca poco halagüeño...

- Mamá, yo quiero un trabajo como tú
- No, Óscar. Los niños no trabajan.
- Pero ¡yo quiero uno!
- No, cariño, ya trabajarás cuando seas mayor.
- Mamá, ¡le voy a pedir un trabajo a los Reyes!

¡¡Ay, hijo, lo mismo que otros cinco millones de españolitos...! Y es que tienen claro que tienen que ser unos curritos.

- ¡Vamos, Rubén! ¡A lavar los dientes!
- ¡¡¡Ya vaaa, mamá, estoy ocupadoooo!!!

Está bien, hijo, lo intentaremos con Óscar:
- Pero mamá: ¡Estoy trabajando!

Pues nada; espero que sigáis siempre así de ocupados y que, cuando seáis mayores, ya haya pasado la crisis, no seáis carne de paro y no tengáis que meteros a ladrones. Aunque, si tenéis que serlo, seguid el estilo de Rubén: puestos a ser manguis, mejor con educación.

- Ójca, ¿me dejas tu coche?
- ¡No!
- ¡po favort! (este Rubén tiende a acabarlo todo con “t”)
- ¡No, es mío!

Al final, Rubén acaba arrebatándole el coche a Óscar, que empieza a berrear; a veces, Rubén remata la faena diciendo:

- ¡Gracias, Ójcart!

Un encanto.

Lo que sí tienen clarito es que, a casa, hay que venir cargaditos de vituallas. Un día nos quedamos mirando un hormiguero. Atención al diálogo, que es todo un ejemplo de trabajo en equipo: en clave futbolística, diríamos que Rubén hizo un pase redondo para que Óscar metiera un buen gol:
- ¡Mirad, chicos! ¿Habéis visto esas hormigas? Van al hormiguero, que es su casa. ¿Véis esa, qué cargada va? Lleva comida al hormiguero para pasar el invierno.
- Sí, va cargada con la compra, como mamá.
- Sí, viene del Mercadona de las hormigas. Mamá, ¿dónde compran las hormigas?

Yo creo que Óscar se prepara para tener un buen puesto en el Mercadona, o ser accionista, o algo así. Lo suyo es fijación:
- Mamá, ¿qué hay de comer?
- Macarrones.
- Pero ¡No quere macarrones, quere puré de lentejas!
- No hay lentejas hoy.

Me mira muy fijo y me suelta:

- Mamá, ¡vamos al Mercadona a comprar lentejas!

Y las zapaterías no son zapaterías: son Mercadonas de zapatos.

Y es que lo suyo es la lógica. Aunque a veces falle... Camino de la playa:

- Mamá, la yaya es una señora, el yayo es un señor y por eso nos vamos a la playa.

Aún le andaba buscando la relación causa-efecto de Óscar cuando Rubén remató:

- papá, el yayo y el tito tienen colita y son señores; mamá, la yaya y la tita no tienen colita y son señoras. Yo tengo colita y de mayort seré una señora.

Me consuela pensar que, si van progresando en esos no-razonamientos, puedan tener un buen futuro como políticos. O como tertulianos de La Noria; el caso es discutir de cualquier cosa:

- Venga, chicos, que esta tarde vamos al cumple de Elena. Va a hacer dos añitos.
- Dos, o tres. Según cómo.
- ¿¿??

Ése fue Óscar. Rubén tuvo otra discusión del estilo esa tarde con Elena, la que, según cómo, cumplía dos añitos o tres. Andaban a la greña por un juguete de ella, que decía:

- No, Lena (diciendo que era suyo)
- ¡no soy una nena, soy un niño!

Lo que sí está bonito de ver es la empatía que tienen ya entre sí y con los demás. El yayo cuenta que se los llevó de paseo y les dijo:

- niños, aquí cerquita de mí, que el yayo no puede correr detrás de vosotros, ¿eh?

Y Rubén le contestó:

- vale, yayo, vamos a correr así, despacito (haciendo ver que corría despacito y encorvado)

Y es que Rubén tiene un corazón de oro:

- mamá es mu güena, me ha ponido una tirita en el pie.

Y es la mar de galante:

- yayo, toma esta flor, que tú tienes una señora...

Y quiere mucho a su hermano, siempre dice que es su mejor amigo. Y más aún:

- mirad, niños, ahí nos casamos papá y mamá. ¿Sabéis qué quiere decir “casarse”?
- ¡sí! mamá, cuando sea mayort voy a casarme con Ójcar.

¡Cuánto amor...! aunque no siempre. El otro día los tenía a los dos pegados a mí; casualmente llevaba un rato con la mano en el culete de Rubén, así que supe inmediatamente que él no había sido el autor de un olor sospechoso:

- ¡Huy Óscar! ¿Quién se ha tirado un pedete?
- ¡Rubén!

Y es que Óscar, cuando se pone, es un dechado de excusas. Estando en la peluquería, se quedó rascándose una picadura de mosquito en la pierna diciendo que le dolía. Al cabo de un buen rato, cuando ya nos íbamos, él estaba jugando con unos rulos

- Óscar, recoge los rulos, que nos vamos.
- Pero mamá, ¡me duele la pierna!

Si con tres años se busca tales pretextos, no sé qué será de mí cuando sea adolescente. Pero espero tener más vista que en la carnicería. Llevaba un buen rato con la mano en la entrepierna, y le pregunto:

- pero Óscar, ¿qué estás haciendo?
- ¡Estoy jugando con la colita!

Y es que más vale no preguntar cuando no te va a gustar la respuesta...


Toñi

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